Ilustrado por Eleonora Antonioni
Por fin has llegado a Brasil y tal vez, como después de cualquier viaje largo, puede que tengas bastante apetito. Pero, antes de empezar a comer, ¿qué te parece si damos un vistazo a las principales diferencias entre las costumbres de distintos lugares en la mesa?
Más allá de las diferencias, la buena alimentación le quita el sueño a mucha gente. Generaciones enteras han crecido oyendo a sus madres despedirlas, antes de partir para un largo viaje (o para una excursión de un día), con un: “Pásalo bien, abrígate y come mucho”.
Desde nuestra más tierna infancia nos acompaña una vocecita interior que nos repite una y otra vez lo importante que es alimentarse bien. Y ahora, tal vez por ese motivo, antes de visitar países lejanos (o cercanos), nos informamos diligentemente sobre la calidad de los restaurantes de los lugares por donde pasaremos. Se puede morir de amor, pero de hambre desde luego que no.
Por eso, supongo que quien se esté preparando para venir a Brasil por primera vez ya se habrá preguntado, tal vez con cierta aprensión, cómo es la gastronomía por estos lares. Lo que te voy a contar es, evidentemente, muy subjetivo, pero afortunadamente alentador.
De todos los sondeos que he llevado a cabo con amigos extranjeros durante los últimos años, puedo confirmar que todavía no he encontrado a nadie que no se haya manifestado su satisfacción con la calidad y variedad de la alimentación local. Aquí se encuentra verdaderamente de todo: tanto carne como pescado, verdura y fruta excelente.
Y además, gastronomías de todas partes. Sí, porque Brasil siempre ha acogido oleadas migratorias de todo el mundo y los brasileños son un pueblo muy receptivo y abierto con respecto a los usos y costumbres diferentes a los suyos.
“Entonces, ¿de verdad nos podemos relajar (y no sentir la obligación de meter en la maleta las reservas de jamón serrano, dulce de leche o nuestro queso favorito)?”. De verdad. Lo importante, obviamente, es tener una mente abierta, experimentar y aceptar las pequeñas diferencias.
Los quesos locales no estarán tan ricos como los de tu tierra. Tal vez las salsas sean demasiado (poco) picantes. De acuerdo, pero, para ser sincera, lo que más me sorprendió cuando llegué, no fueron ese tipo de detalles, sino las auténticas diferencias entre nuestras costumbres en la mesa. ¿Por ejemplo?
Um, dois: feijão com arroz
“Uno, dos, frijoles con arroz; tres, cuatro, frijoles en el plato”. Se trata de las primeras frases de una canción infantil con la que los niños aprenden los números en el jardín de infancia.
El arroz y las alubias forman parte de la cultura gastronómica local desde las primeras papillas. Para entendernos, aquí los personajes de los cuentos, de los dibujos animados y de los cómics no comen espinacas como Popeye para crecer sanos y fuertes, sino arroz y alubias.
Estos ingredientes constituyen la dieta prácticamente diaria de los brasileños. Pregúntale a alguien de Brasil si sería capaz de sobrevivir sin ellos. ¡Imposible! En cambio, podría sobrevivir estupendamente si no tuviera pan ni pasta.
De hecho, en Brasil es muy poco habitual que el camarero traiga una cestita de pan a la mesa sin pedirla, como suele suceder en muchos restaurantes y casas en países de habla hispana. Si quieres pan, tendrás que pedirlo. Y podrían no traerlo, dependiendo de la disponibilidad.
¿Cómo se preparan y cómo se degustan el arroz y las alubias? Se trata de dos ingredientes separados que jamás se cocinan a la vez. El arroz puede ser convencional o integral. Y las alubias suelen ser coloradas o negras; muy raramente se emplean las blancas. Los brasileños los consumen casi en cada comida y, cuando los sirven en el plato, no empiezan a disfrutarlos hasta el momento en que los mezclan.
Mistureba: sí, la vida es mezcolanza
Mistureba es una palabra cuya definición solo se puede encontrar entre las páginas de un diccionario de términos coloquiales y es el resultado que se logra mezclando diversos elementos heterogéneos.
El contexto culinario indica el efecto que se obtiene en el plato tras haber mezclado varios ingredientes, incluso los que aparentemente son poco afines. Es una práctica que generalmente hace arrugar la nariz a los visitantes extranjeros que se están acercando a la cultura local; pero que, a medida que se van habituando, acaba siendo una verdadera delicia (como le sucedió precisamente a la que suscribe, y os aseguro que no soy la única).
Aquí en Brasil me han preguntado ya varias veces, con no poco estupor, si es cierto que en muchos lugares es habitual servir varios platos sucesivamente, es decir, primero, segundo y guarnición.
Sin embargo, ¿por qué no juntar arroz y pescado? ¿O arroz y carne? ¿E incluso añadir también lechuga, dos cucharadas de alubias, patatas fritas y un huevo revuelto? La creatividad de los brasileños, sin duda, también se expresa en los fogones.
La carne: el churrasco, la versión brasileña del asado
En Brasil, junto al arroz y las alubias, en la mesa difícilmente puede faltar la carne, sobre todo la roja, que en el mercado a menudo cuesta menos que la verdura y generalmente es de gran calidad.
Que te inviten a un churrasco, el asado de carnes variadas típico de la cocina brasileña, aquí es tan fácil como hacer amistad. El primero al que se asiste, en cierto modo, hace las veces de un rito de iniciación, durante el cual se tendrá ocasión de aprender a reconocer los distintos cortes de carne habituales en este país. Picanha, fraldinha, maminha, costela, alcatra. Y un largo etcétera.
Todo se sirve frío, no solo la venganza
Te sientas a la mesa. Tienes una sed increíble y pides algo para beber. Un agua, una cola, un zumo. Poco importa. Independientemente de la elección, verás avanzar en tu dirección, con paso firme, a un camarero con un vaso en la mano. Y dentro del vaso, un auténtico iceberg de hielo.
A los brasileños les encanta beberlo todo muy frío. O mejor, como dicen ellos mismos: estupidamente gelado (incluso ellos son conscientes de que exageran con la temperatura, pero no pueden evitar que les encante). Esto vale sobre todo para su amada cerveza, pero también para cualquier otra bebida, a excepción del café y el té.
También el vino tinto, por ejemplo, a menudo se toma muy frío. Así que si habéis decidido obsequiar a un amigo brasileño con una espléndida botella de Rioja o del Valle del Aconcagua para degustarla durante una cena, antes de regalársela, piensa que podrías tener que tomarla casi a punto de congelación. Exageradamente fría. Si no te quitas de encima los escalofríos y, llegados a ese punto, el experimento no te convence, preséntate a la cena con un elegante gewürztraminer y todo el mundo quedará satisfecho.
Bebidas: save water, drink Coke
Una de las cosas que más me divierte hacer cuando estoy sentada en un restaurante o en un bar es observar qué toman los brasileños. ¿Me crees si te digo que son muy pocos, realmente poquísimos, los que toman agua durante las comidas?
Sus bebidas sin alcohol favoritas son, por orden (al menos según mis observaciones):
- los refri, diminutivo de refrigerante, es decir, Coca-Cola (en primer lugar, sin duda alguna), Sprite, Fanta y, en general, todas las bebidas industrializadas, dulcificadas y carbonatadas;
- los zumos, ya sean envasados o naturales (y deliciosos), de distintas frutas.
Si, en cambio, se trata de bebidas alcohólicas, se puede afirmar tajantemente que los brasileños jamás traicionarían a su rubia: la cerveza, por la que sienten auténtica pasión. Como decíamos antes, siempre que esté estupidamente gelada. De otro modo, si estuviese solo a temperatura ambiente, preferirían quedarse con la boca seca.