¿En qué consiste el método audiolingual?

Mi abuela aprendió francés en el colegio en Australia, a finales de los años 50. Estudió obedientemente durante años y la frase que sigue recordando vívidamente hasta hoy es: “La plume de ma tante est dans le jardin avec le lion”.
En qué consiste el método audiolingual

Para quienes nunca han tenido el placer (o el sufrimiento) de aprender francés, la traducción de la frase es «La pluma de mi tía está en el jardín con el león». Le fue difícil, por decir lo menos, pasar a una conversación en lenguaje coloquial.

Una frase de poca utilidad

No estaba sola al aprender esta frase: la plume de ma tante se convirtió en el lema para describir la ridícula enseñanza de un segundo idioma, hasta el punto de que en 1958 la revista LIFE la calificó como “la frase más estúpidamente inútil de un libro de texto de francés para principiantes”.

Mi abuela, una mujer maravillosa, no es famosa por su buena memoria. Se sabe que ha pasado mucho tiempo buscando sus gafas solo para descubrir después que están en la nevera. Además, ya pasó de los ochenta años. Entonces, ¿por qué recuerda con tanta claridad esta frase?

El aprendizaje de idiomas (o su adquisición, como se supone que debemos llamarlo ahora) era algo muy distinto en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Era un mundo de tizas, tableros y ejercicios repetitivos de gramática, dominado durante muchos años por un sistema llamado “método militar” (del inglés Army method), conocido hoy como «método audio-oral» o con las siglas inglesas “ALM” (Audio-Lingual method).

El método audio-oral tuvo una fuerte influencia de la teoría conductista del psicólogo de Harvard B.F. Skinner, según la cual los seres humanos pueden ser entrenados a través de un sistema de refuerzos. Cuando una niña dice «arriba» y alguien la levanta, recordará esta experiencia y su comprensión de la palabra será más profunda, de modo que la probabilidad de que la use correctamente en el futuro será mayor.

¿Que significó esto en la práctica?

Ejercicios, ejercicios y más ejercicios. Una típica lección empezaba a menudo con un ejemplo de diálogo que tenía que ser memorizado y recitado. A continuación, se llevaban a cabo ejercicios diseñados para reforzar la nueva estructura mediante la repetición directa, la sustitución o la modificación.

Por ejemplo:

  • Profesor: He comprado un sándwich.
  • Alumnos: He comprado un sándwich.
  • Profesor: Mi pluma está encima de la mesa.
  • Alumnos: Mi pluma está encima de la mesa.
  • Profesor: …debajo de la silla.
  • Alumnos: Mi pluma está  debajo de la silla.
  • Profesor: …en mi estuche.
  • Alumnos: Mi pluma está en mi estuche.

Esto se parece un poco a la dinámica de “llamada y respuesta” de un sargento instructor que grita a un pelotón de soldados. La semejanza no es de extrañar, pues exactamente en eso consistía el método. La Segunda Guerra Mundial fue un factor clave para que el método audio-oral alcanzara tanto protagonismo. El ejército necesitaba un gran número de hombres que actuaran como intérpretes, asistentes de las oficinas de mensajes codificados y traductores.

El aprendizaje de idiomas en un contexto militar

Charles Fries, un lingüista estructuralista y director del primer English Language Institute (Instituto de Inglés) había desarrollado un método basado en el intensivo ejercitamiento de patrones básicos de frases . «Estos patrones básicos son aquellos que constituyen la tarea para el estudiante. Requieren de ejercitación, ejercitación y más ejercitación, y tan solo de un vocabulario que baste para poder realizar dichos ejercicios», afirmó. Muchos soldados fueron entrenados intensamente en un breve intervalo de tiempo con una gran tasa de éxito.

Después de la guerra, impulsado a actuar por el temor de ser excluido de los progresos científicos a nivel internacional –especialmente cuando los rusos lanzaron un satélite espacial–, el gobierno de los Estados Unidos decidió que sus ciudadanos tenían que aprender más idiomas extranjeros e invirtió mucho dinero para solucionar el problema con la ley titulada National Defense Education Act (Ley de Educación para la Defensa Nacional). Los especialistas en la enseñanza de idiomas se inspiraron en la lingüística estructuralista de Fries y la combinaron con los principios de la psicología conductista. De ahí nació el método audio-oral.

A pesar de que este método se concentra absolutamente en la gramática, nunca se detiene a explicarla o contextualizarla. No contiene un aspecto «cognitivo», en el que un profesor se encargue de explicar (algo que el método de Babbel sí usa). En el método audio-oral, el profesor solo habla en el idioma que se tiene que aprender y se espera que los alumnos aprendan los patrones a partir de la repetición mecánica.

Método audio-oralFoto: Archivos federales de Alemania, fotografía 183-P0422-0004 / CC-BY-SA

Los laboratorios de lenguaje constituyeron una gran parte de esta metodología. Los alumnos permanecían sentados en cubículos, escuchando y repitiendo, y, en muchas ocasiones, grabando sus voces y oyendo luego la reproducción.

Para cualquiera que haya nacido después de 1980, esta manera de abordar el aprendizaje de un idioma puede parecer obsoleta. De hecho, el método fue atacado por primera vez en 1959, cuando Noam Chomsky calificó la teoría conductista de Skinner como «un grave engaño”. El conductismo dejó de ser el método favorito. Se adoptaron nuevos métodos cognitivos y comunicativos para aprender idiomas y, según Wikipedia, el método audio-oral ya estaba desacreditado en los años setenta.

Entonces, ¿de qué habla todo el tiempo Eddie Izzard?

De hecho, los informes sobre la muerte del método audio-oral han sido bastante exagerados. Puede ser que no forme parte esencial de lo que se enseña en las aulas escolares en el presente, pero sus principios y doctrinas nos siguen acompañando.

Nunca nos deshicimos de la idea de que solo debe enseñarse a los alumnos en el idioma de aprendizaje, y no en su lengua materna. Los métodos inmersivos y comunicativos también siguen esta línea. La enseñanza del inglés como segunda lengua (ESL, English as a Second Language) se basa en este principio, tanto a partir de una perspectiva pedagógica como por razones meramente prácticas. El laboratorio de idiomas puede tener un aspecto algo diferente, con ordenadores en vez de grabadoras y casetes, pero sigue existiendo.

Entra a un aula donde se enseñe un idioma extranjero y será bastante probable que asistas a un ejercitamiento repetitivo en algún momento de la lección. El estilo y el objetivo de este ejercitamiento pueden haber variado –suelen ser usados para trabajar en la pronunciación, más que en la gramática–, pero no dejan de ser un legado directo del método audio-oral.

La próxima vez que aparezca una frase extraña en tu mente que hace muchos años te quedó grabada durante una lección de francés o de alemán, no te alarmes. Es solo uno de los interesantes efectos colaterales de aprender un nuevo idioma. Al menos no debes preocuparte porque a tu abuela se la trague un león en su intento de recuperar la pluma de su tía.

¿Te suena familiar? ¿Has estudiado alguna vez con el método audio-oral? 
¡Comienza ahora con Babbel!
Compartir: