Ilustraciones de Rosemarie CC
Uruguay es mi país vecino y uno de los que más disfruto visitar. Estas son diez de las palabras que se me vienen a la mente cada vez que pienso en mis viajes, vacaciones familiares y escapadas con amigos a los pueblos, ciudades y playas de Uruguay.
1. Vecinos
Si el día está despejado, desde la ventana de mi casa en Buenos Aires veo la costa de Uruguay. Ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que crucé a Uruguay en mi vida. De chica pasé veranos con mi familia en Punta del Diablo (un pueblito pesquero) y en La Paloma (una ciudad costera). Disfruté de Punta del Este (uno de los balnearios más exclusivos y visitados de Sudamérica) fuera de temporada, hice escapadas de fin de semana a Colonia del Sacramento y visité amigos charrúas en Montevideo. De cada viaje me quedan recuerdos distintos, pero cada vez que piso Uruguay siento lo mismo: felicidad.
2. Modo barco
Casi todos mis viajes a Uruguay fueron en barco: a veces en catamarán de Buenos Aires a Colonia, otras veces en embarcaciones más chicas e inestables desde Tigre hasta Carmelo. Tal vez la magia de viajar a Uruguay esté en que no es necesario visitar aeropuertos para cambiar de país, solo subirse a un barco y atravesar el río. Por eso, cada vez que voy para allá me pongo en “modo barco”, me relajo, siento el movimiento del agua, miro los edificios alejarse por la ventana y espero ansiosa llegar a la otra orilla.
3. Paisito
Me encanta cuando los uruguayos se refieren cariñosamente a su país como “mi paisito”. Uruguay es el segundo país más pequeño de Sudamérica, después de Surinam, y tiene 3,4 millones de habitantes. Las distancias son cortas, hay campo y mar, no hay climas extremos, tampoco guerras. Dicen que Uruguay es la Suiza de Sudamérica, uno de los países más estables y tranquilos de la región.
4. Championes
Los uruguayos y argentinos hablamos y entonamos de manera muy similar, y por eso para alguien de afuera puede ser difícil diferenciar nuestros acentos o jergas, pero ambos tenemos palabras que nos delatan. En Argentina decimos “zapatillas”, mientras que en Uruguay las llaman “championes”. Nosotros decimos “facturas” (medialunas, vigilantes y otras masas dulces) y ellos dicen “bizcochos”. Una chica joven es una “gurisa” y, lo que para nosotros serían “los pibes” (una manera de referirse a un grupo de amigos o personas), allá son “los chiquilines”. Y, mientras en Argentina “tengo fiaca” significa “tengo pereza”, en Uruguay significa “tengo hambre”.
5. Tá
En Uruguay también se usa el “vos”, como en Argentina, pero ellos suelen decir “contigo” y nosotros decimos “con vos”. Además, tienen expresiones muy propias como el “tá”, que es una deformación del “está” y se suele usar para terminar frases: “Iba a ir pero al final me quedé dormida, y tá”. También dicen “crá” para expresar que alguien es “crack” (talentoso o que hace algo muy bien) y, cuando algo les gusta, dicen que “está de más”. El “pá” también suele aparecer en las conversaciones y se usa para enfatizar, como por ejemplo: “páaa, qué frío”.
6. Mate
En Argentina también tomamos mucho mate, pero no tanto como los uruguayos, que suelen andar con el termo bajo el brazo por la calle. La primera vez que viajé a Montevideo me sorprendió descubrir cómo combinan las actividades cotidianas con el consumo de mate: lo preparan y lo toman mientras esperan el bus, mientras caminan por la rambla e incluso mientras andan en bicicleta. El olor a yerba y el sonido que hace la bombilla cuando el mate sube deben ser de los más característicos del país.
7. Grapamiel
Creo que nunca pasé tanto frío en invierno como hace unos años en Montevideo. No fue la temperatura en sí, ya que la mínima no estuvo por debajo de los cero grados, sino la humedad que se me metía por los huesos. Caminé por la ciudad vestida con calzas, calentadores, gorro de lana, bufanda, guantes, tapado y aun así tuve frío. Hasta que un amigo uruguayo me dio la solución: me regaló una botella de grapamiel, una bebida alcohólica a base de grappa y miel con una graduación de entre el 20 y el 25 %. Ideal para combatir el invierno.
8. Casapueblo
De todos los lugares que visité en Uruguay, uno de mis preferidos es Casapueblo, la casa construida por Carlos Páez Vilaró, uno de los más grandes artistas uruguayos. Está ubicada en Punta Ballena, en un cerro de cara al mar, y diseñada con el estilo de las construcciones de Santorini (aunque Páez Vilaró afirmaba que imitaba los nidos de los horneros). Es toda blanca, no tiene líneas rectas en su interior y, desde 1994, todas las tardes se realiza desde una de sus terrazas la Ceremonia del Sol: minutos antes del atardecer, se escucha por altoparlantes la grabación de un poema de Páez Vilaró en honor al sol.
9. Llamadas
Otro de los sonidos que más recuerdo de Montevideo es el del fuego crepitando frente a los tambores de las llamadas. El desfile de llamadas es una fiesta popular de candombe que se hace todos los años —especialmente durante Carnaval— en distintos barrios de la capital y es una de las manifestaciones más puras de la cultura afrouruguaya. El nombre “llamadas” proviene del siglo XIX, cuando los descendientes de esclavos traídos de África salían a la calle y se iban llamando con el sonido de los tambores para recorrer el barrio al ritmo del candombe.
10. Slow
Me cuesta elegir solo diez palabras que representen lo que significa Uruguay para mí. A veces creo que, si volviera a vivir en Sudamérica, me instalaría en Montevideo. Buenos Aires, donde crecí, es caótica y acelerada; Montevideo, como bien la definió una uruguaya, es slow. Todo se hace con más calma, la gente sale a las veredas a tomar mate y hace asados en la puerta de su casa. No hay tanto apuro, la vida no parece ser una vorágine constante y lo cotidiano se disfruta.