El Dalai Lama dijo alguna vez: «La felicidad no es algo ya hecho. Viene de tus propias acciones». Dio en el blanco. Si queremos encontrar la felicidad, tenemos que esforzarnos. Uno de los caminos a seguir es el del aprendizaje permanente. Varios estudios demuestran que aprender cosas nuevas puede mejorar la forma en que nos sentimos, y aprender un idioma, en particular, puede tener efectos increíbles en nuestro estado de ánimo. Aquí te presentamos cinco formas en que aprender un nuevo idioma puede hacerte feliz.
1. Aprender como adulto aumenta la autoestima
La educación no tiene que terminar cuando te gradúas de la universidad. Es más, no debería hacerlo. Trabajar a lo largo de la vida con el objetivo de ser cada vez mejor es una parte crucial del desarrollo humano. Además, esto nos hace felices. Una revisión de múltiples estudios realizada por investigadores de la Universidad de Cambridge encontró «pruebas sólidas de que el aprendizaje de adultos produce un aumento de la autoestima y la autoeficacia».
Un análisis del Instituto de Estudios del Empleo en Inglaterra determinó que el 80 % de los estudiantes de entre 50 y 71 años mostraron un impacto positivo en al menos uno de estos factores:
- Disfrute de la vida.
- Confianza en sí mismos.
- Sentimientos positivos hacia sí mismos.
- Satisfacción en otras áreas de la vida.
- Capacidad para hacer frente a los problemas cotidianos.
2. Aprender palabras nuevas es como comer chocolate
¿Qué tiene en común aprender un idioma con el sexo y el chocolate? Un estudio publicado en la revista, Current Biology, determinó que aprender con éxito el significado de vocabulario nuevo al estudiar un idioma extranjero activa una parte del cerebro llamada cuerpo estriado ventral, donde se procesa el mecanismo de la recompensa. Esta región cerebral, a la que a veces se alude como el centro del placer del cerebro, también se activa cuando tienes relaciones sexuales, cuando apuestas o cuando comes chocolate. En pocas palabras, cuando estás dedicado a actividades como aprender un nuevo idioma puede hacerte feliz. Es algo mucho menos arriesgado que apostar.
3. Avanzar en las metas que te propones incrementa tu bienestar
¿Conoces esa gran sensación de logro que disfrutas cuando tachas otra de las tareas completadas de tu lista de cosas por hacer? Alcanzar las metas que nos proponemos nos hace felices, y aprender un nuevo idioma es sin duda una meta que vale la pena perseguir.
Nuestro «bienestar subjetivo» (nuestros niveles de felicidad y satisfacción con la vida establecidos por nosotros mismos) y el esfuerzo por lograr nuestros objetivos interactúan de manera cíclica. Básicamente, cada vez que avanzamos en nuestras metas, nuestro bienestar subjetivo se incrementa. Tal incremento de la felicidad nos motiva a seguir trabajando por alcanzar nuestras metas, lo que nos vuelve a hacer felices, y así sucesivamente.
4. El aprendizaje te ayuda a «fluir»
Definido por el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, el concepto de «flujo» se refiere a lo que sucede «cuando uno está realmente inmerso e involucrado en el proceso de crear algo nuevo». En otras palabras, estás completamente concentrado en la tarea en cuestión y desconectado de cualquier factor externo. Csikszentmihalyi dice que estar «fluyendo» te permite olvidar las preocupaciones externas, como los problemas de tu vida hogareña, así como las internas, como la sensación de hambre o cansancio. Este «momento de éxtasis» y de atención total podría ser la clave para aumentar la felicidad en nuestra vida cotidiana.
¿Qué tiene que ver todo esto con el aprendizaje de idiomas? Bueno, una de las formas de comenzar a «fluir» es adquirir nuevas habilidades. Estar totalmente entregados a la tarea de enfrentar un desafío, como el de aprender un idioma puede hacerte feliz y ayudarnos a volver al estado de «flujo».
5. Las interacciones sociales traen alegría
El ser humano es un animal social. Nuestras conexiones interpersonales tienen una gran importancia para nuestro sentido de pertenencia y nuestra felicidad general. Hablar más de un idioma aumenta nuestra capacidad de trabar nuevas amistades, ya que el grupo potencial de amigos se amplía al incluir a aquellas personas cuyo idioma nativo no es el español. Un segundo idioma nos permite interactuar con otras personas, tanto en nuestro país como cuando viajamos al extranjero. Esta interacción social no solo nos hace felices, sino que nos brinda una sensación de seguridad al permitirnos experimentar que podemos aprender con éxito una nueva habilidad y ponerla en práctica.
Este artículo se publicó originalmente en la edición inglesa de Babbel Magazine.