Un rápido vistazo a cualquier libro de astronomía básica nos ayudará a comprender por qué medimos el tiempo en meses y años. Pero, ¿por qué en semanas? ¿Cuál es el significado especial detrás de estos siete días? ¿Y cuánto tiempo atrás podemos rastrear los orígenes de los días de la semana?
La cura de siete días
Si un mes es, aproximadamente, el tiempo que necesita la luna para completar un ciclo, entonces tiene mucho sentido dividir cada periodo de 28 días en cuatro partes iguales si pensamos en las cuatro fases de la luna (nueva, creciente, menguante y llena).
Se podría afirmar que los sumerios se dieron cuenta primero de este hecho, pero los babilonios fueron quienes llevaron a la práctica este concepto.
Los babilonios estaban muy interesados en la astrología y la astronomía. De ahí, que descubrieran que siete no era solo el número aproximado de días entre las fases de la luna. También era la cantidad de planetas o cuerpos celestes visibles que los humanos conocían en ese momento: la Luna, el Sol, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno.
Una vez que los romanos tomaron las riendas, nombraron los días de la semana en honor a los planetas, o más concretamente, en honor a sus dioses, los cuales están asociados con los cuerpos celestes.
La forma en que están ordenados también es muy lógica. Si te fijas en el orden de lunes a domingo, te darás cuenta que los días se corresponden con la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno y el Sol. Ahora solo tenemos que equipararlo con el orden caldeo ascendente de los planetas. Este orden organiza a los planetas desde la órbita más rápida a la más lenta según nuestro punto de vista en la Tierra, es decir, Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno. Seguramente te habrás dado cuenta de que los días de la semana siguen este orden cada tres días, lo que permite que la secuencia se complete en un periodo de dos semanas.
El motivo principal es el hecho de que cada día se divide asimismo en horas planetarias, según el concepto desarrollado en la astrología helenística. Este concepto tiene como premisa fundamental que cada día comienza al amanecer con la hora planetaria que le corresponde a ese día. Así pues, a partir del amanecer del jueves, tenemos la hora de Júpiter. Si te pones a hacer números, te puedo asegurar que obtendrás como resultado el orden que conocemos.
Es más, como ejercicio realmente curioso, toma un papel y organiza los planetas en orden caldeo formando un círculo. Luego, dibuja una línea que los conecte en el orden de los días de la semana y obtendrás como resultado una estrella de siete puntas, la cual parece que contenga todos los secretos del universo.
Los pueblos germánicos decidieron ir por libre y nombrar los días según sus propias deidades. Eso sí, buscando cuál era su representante más cercano a la versión romana. Estas versiones son, por ejemplo, de donde obtienen los nombres de los días de la semana el idioma inglés.
Y en el caso de que estés pensado que estas asociaciones se limitan a las culturas occidentales, la palabra tailandesa para viernes o Wan Suk (วันศุกร์), está asociada con la palabra sánscrita para Venus en la astrología hindú: Shukra .
Orígenes de los días de semana
El lunes, o día de la Luna, se llamaba originalmente dies lunae en latín. De ahí, provienen lunes en español y lundi en francés. En inglés, “Monday” deriva también de la palabra “moon” (luna), así como del dios nórdico de la luna Máni. La versión romana de esta deidad lunar era Diana, diosa de la caza y del nacimiento.
El martes está dedicado a Marte, conocido como dies martis por los romanos. Al igual que en el español, el término en francés también proviene del latín mardi y lo mismo con el italiano, martedi. El dios nórdico de la guerra, que obviamente golpeó con su puño a su homónimo romano Marte, se llamaba Tiw, de ahí la palabra en inglés antiguo para martes: Tīwesdæg.
El tercer día de la semana es el día de Mercurio, llamado dies mercurii en Latin. Por tanto, en español decimos miércoles, mercredi en francés y mercoledì en italiano. En el caso del inglés, “Wednesday” no tiene nada que ver con el planeta Mercurio. Esto se debe a que la palabra en inglés antiguo Wōdnesdæg recibió su nombre de Odín (o Woden en inglés), un dios nórdico. Odín y Mercurio son bastante similares, en el sentido de que ambos son dioses que cambian de forma (literalmente “mercurial”), asociados con la muerte (Mercurio era el guía de las almas en el inframundo) y con la escritura.
El jueves es el día de Júpiter, conocido como dies iovis en latín (jeudi en francés y giovedì en italiano). En inglés, podríamos deducir que proviene del dios Thor, puesto que esta deidad nórdica es el equivalente a Júpiter. Y, por tanto, se podría pensar que la palabra “Thursday” deriva de “Thor’s Day”. Sin embargo, el nombre anglosajón de Thor era Thunor, lo que dio lugar a la palabra en inglés antiguo Thunresdæg.
El quinto día de la semana se relaciona con Venus, conocido como dies veneris en latín. Esto equivale a viernes en español, vendredi en francés y venerdì en italiano. Su homónima nórdica es la diosa Frigg, que representa el amor y la belleza, al igual que Venus. De ahí, la palabra en inglés antiguo para viernes, que es Frīgedæg.
El séptimo día de la semana se asocia a Saturno (o dies saturni). En español se dice sábado; en francés, samedi. Estos términos provienen, en realidad, del sabbat. Curiosamente, el sábado (“Saturday”) es el único nombre de día de la semana en inglés que se asocia de manera directa a un dios romano. Algo que puede resultar bastante apropiado si tenemos en cuenta que Saturno, en astrología, se relaciona con la longevidad y la permanencia.
Y si continuamos con la denominación inglesa, deducimos que “Sunday” es el día del sol. Tiene lógica, ¿no? Las romanas lo llamaron dies solis, que nada tiene que ver con la palabra española domingo o con la italiana domenica. Esto se debe a que se trata de una referencia cristiana a Jesús (literalmente “día del Señor”), que fue instituida por Constantino cuándo se convirtió al cristianismo.