Trabajos bilingües: cómo editores de vídeos narran historias en cualquier idioma

Un redactor de una cadena de televisión china nos explica en qué consiste el arte de narrar historias en dos idiomas.
Así es como funciona: Los editores de vídeos usan los idiomas de diversas maneras en su trabajo. Editan películas y programas de televisión en lenguas extranjeras, añaden subtítulos para ayudar a los espectadores a entender contenidos y adaptan historias en un idioma totalmente distinto. Chan trabaja en el departamento de noticias de SinoVision, encargado de crear contenidos de todo Estados Unidos sobre temas de interés para los asiático-estadounidenses. Los contenidos son producidos en chino mandarín, pero la cadena también se dirige a una amplia audiencia de habla inglesa. Y aquí es cuando Chan entra en acción. Cuando recibe una historia en mandarín, Chan empieza por traducirla y crear un guion en inglés. Luego crea una versión abreviada del contenido para Facebook y Twitter, que acompaña de texto en inglés para contar su historia. «Básicamente se puede decir que reciclo historias televisivas presentadas en mandarín para un público que habla mandarín, adaptándolas al inglés y a las redes sociales», explica Chan. Chan nació en China pero se trasladó a Estados Unidos cuando tan solo tenía 2 años. Creció hablando mandarín con su madre. «Da igual adonde fuera, mi madre era prácticamente la única persona con lo que hablaba mandarín», cuenta Chan. Chan no habla con fluidez, pero tiene una sólida comprensión del idioma. También conoce el «pinyin», la transcripción en alfabeto latino de la pronunciación de los símbolos chinos, algo que lo ayuda mucho a la hora de transcribir y traducir. Chan dice que su trabajo sería mucho más difícil si no supiera mandarín, ya que tendría que avanzar más a menudo a tientas y contar con la ayuda de sus compañeros de trabajo. ¿Cuáles son los retos más grandes del trabajo como editor de vídeo? Los distintos dialectos del chino pueden llegar a ser muy diferentes, por lo que a veces Chan tiene dificultades para entender las entrevistas con hablantes de dialectos como el cantonés o el shanghainés. Dice que incluso los hablantes de mandarín tienen alguna vez un acento tan marcado que no puede entender lo que dicen. Según Chan, otro desafío en su trabajo es lidiar con conceptos y frases que no se dejan traducir de manera exacta así como el uso de vocabulario específico y técnico con el que no está familiarizado. Pero siempre encuentra la manera de sortear sus lagunas lingüísticas. «Cuando me encuentro con cosas realmente difíciles y que necesito entender mejor ciertos matices, entonces pido la ayuda de un compañero», dice Chan. «Para cosas realmente generales, en las que sólo tengo que transmitir una impresión global de lo que ocurre, simplifico mis descripciones». En algunas ocasiones, Chan también produce subtítulos en mandarín. Traducir del inglés al mandarín puede suponer algunos retos adicionales. Pero aquí también Chan dispone de soluciones ingeniosas. «A veces hay expresiones o refranes en inglés que sonarían absurdos si se tradujeran tal cual al mandarín», explica Chan. «Por ejemplo, si me encuentro con la expresión inglesa «a piece of cake», no la puedo traducir literalmente, sino que tengo transmitir la idea de que se trata de algo fácil». ¿Y la parte más gratificante del trabajo como editor de vídeos? Según Chan, las ventajas de su trabajo son tres: por una parte le permite mejorar a diario sus conocimientos de mandarín. Por otra parte, recurre a esos conocimientos para contar historias en inglés de manera auténtica y con exactitud. «Disfruto mucho aprendiendo chino sobre la marcha, buceando en el «pinyin» y aprendiendo los correspondientes caracteres chinos», dice Chan. «Siempre con la esperanza de volver a restituir de manera auténtica la historia que transmito». Pero sobre todo, Chan disfruta viendo en antena las historias que edita y siendo testigo del impacto que causan. «Ver tu trabajo en la televisión es como un sueño», dice Chan. «Son historias que la comunidad en las redes ve y a las que reacciona. Es un auténtico viaje.»

Cuando vemos la televisión no solemos pararnos a pensar en la cantidad de trabajo que hay detrás de las cámaras. Son muchas las personas que desempeñan un papel fundamental a la hora de tejer narraciones convincentes, informativas y entretenidas. Uno de esos papeles son los editores de vídeos, quien, a partir de imágenes en bruto, crea una historia. Y cuando a esta tarea se añade la componente de un idioma extranjero, el reto se vuelve todavía más grande. La edición de vídeos es esencial para conseguir que una historia llegue a una amplia audiencia, independientemente del idioma que hablen los espectadores.

Charlamos con James Chan, uno de los editores de vídeos para SinoVision, una cadena de televisión china con sede en Estados Unidos. Chan nos explica cómo utiliza concretamente sus conocimientos de mandarín en su trabajo.

Así es como funciona:

Los editores de vídeos usan los idiomas de diversas maneras en su trabajo. Editan películas y programas de televisión en lenguas extranjeras, añaden subtítulos para ayudar a los espectadores a entender contenidos y adaptan historias en un idioma totalmente distinto.

Chan trabaja en el departamento de noticias de SinoVision, encargado de crear contenidos de todo Estados Unidos sobre temas de interés para los asiático-estadounidenses. Los contenidos son producidos en chino mandarín, pero la cadena también se dirige a una amplia audiencia de habla inglesa. Y aquí es cuando Chan entra en acción.

Cuando recibe una historia en mandarín, Chan empieza por traducirla y crear un guion en inglés. Luego crea una versión abreviada del contenido para Facebook y Twitter, que acompaña de texto en inglés para contar su historia.

«Básicamente se puede decir que reciclo historias televisivas presentadas en mandarín para un público que habla mandarín, adaptándolas al inglés y a las redes sociales», explica Chan.

Chan nació en China pero se trasladó a Estados Unidos cuando tan solo tenía 2 años. Creció hablando mandarín con su madre.

«Da igual adonde fuera, mi madre era prácticamente la única persona con lo que hablaba mandarín», cuenta Chan.

Chan no habla con fluidez, pero tiene una sólida comprensión del idioma. También conoce el «pinyin», la transcripción en alfabeto latino de la pronunciación de los símbolos chinos, algo que lo ayuda mucho a la hora de transcribir y traducir. Chan dice que su trabajo sería mucho más difícil si no supiera mandarín, ya que tendría que avanzar más a menudo a tientas y contar con la ayuda de sus compañeros de trabajo.

¿Cuáles son los retos más grandes del trabajo como editor de vídeo?

Los distintos dialectos del chino pueden llegar a ser muy diferentes, por lo que a veces Chan tiene dificultades para entender las entrevistas con hablantes de dialectos como el cantonés o el shanghainés. Dice que incluso los hablantes de mandarín tienen alguna vez un acento tan marcado que no puede entender lo que dicen.

Según Chan, otro desafío en su trabajo es lidiar con conceptos y frases que no se dejan traducir de manera exacta así como el uso de vocabulario específico y técnico con el que no está familiarizado. Pero siempre encuentra la manera de sortear sus lagunas lingüísticas.

«Cuando me encuentro con cosas realmente difíciles y que necesito entender mejor ciertos matices, entonces pido la ayuda de un compañero», dice Chan. «Para cosas realmente generales, en las que sólo tengo que transmitir una impresión global de lo que ocurre, simplifico mis descripciones».

En algunas ocasiones, Chan también produce subtítulos en mandarín. Traducir del inglés al mandarín puede suponer algunos retos adicionales. Pero aquí también Chan dispone de soluciones ingeniosas.

«A veces hay expresiones o refranes en inglés que sonarían absurdos si se tradujeran tal cual al mandarín», explica Chan. «Por ejemplo, si me encuentro con la expresión inglesa «a piece of cake», no la puedo traducir literalmente, sino que tengo transmitir la idea de que se trata de algo fácil».

¿Y la parte más gratificante del trabajo como editor de vídeos?

Según Chan, las ventajas de su trabajo son tres: por una parte le permite mejorar a diario sus conocimientos de mandarín. Por otra parte, recurre a esos conocimientos para contar historias en inglés de manera auténtica y con exactitud.

«Disfruto mucho aprendiendo chino sobre la marcha, buceando en el «pinyin» y aprendiendo los correspondientes caracteres chinos», dice Chan. «Siempre con la esperanza de volver a restituir de manera auténtica la historia que transmito».

Pero sobre todo, Chan disfruta viendo en antena las historias que edita y siendo testigo del impacto que causan.

«Ver tu trabajo en la televisión es como un sueño», dice Chan. «Son historias que la comunidad en las redes ve y a las que reacciona. Es un auténtico viaje.»

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