Ilustrado por Eleonora Antonioni
Un pidgin es una lengua que nace de la mezcla de idiomas diferentes, a consecuencia de migraciones, colonizaciones más o menos crueles o relaciones comerciales pacíficas.
Después de la primera parada en China, siguiendo las huellas del pidgin chino-inglés, nos trasladamos hasta los fríos mares del norte de Europa, en las costas islandesas, donde, hace varios siglos, balleneros, pescadores y mercantes vascos hacían escala.
Todo comenzó con las ballenas
En la actualidad, cuando hablamos de la caza de ballenas, pensamos en los abusos de la pesca masiva moderna, que no respeta el equilibrio medioambiental ni la biodiversidad. Una industria cruel que provoca críticas desde todos los rincones del mundo.
Sin embargo, no siempre fue así.
Y es que la caza de la ballena, desde el principio de los tiempos, ha tenido un fuerte carácter mítico y simbólico: se trataba de la lucha entre el hombre y una majestuosa fuerza de la naturaleza. Aquella representada en una pintura rupestre de Bangudae Petroglyphs, en Corea del Sur, que se remonta al año 6000 a. C. Y aquella muestra que sobrevive el paso del tiempo, la obra maestra de Herman Melville, «Moby Dick».
¿Qué tiene que ver la caza de ballenas con las lenguas pidgin?
¿De verdad, tenemos que hablar de ballenas?
Hablamos sobre ellas porque la población vasca fue la primera que convirtió la caza de ballenas en una verdadera actividad comercial, rentable y no destinada únicamente al consumo de subsistencia. Y fue así desde el siglo IX.
En el golfo de Vizcaya, un extenso brazo de mar que une la España septentrional con la Francia occidental, había una gran presencia de ballenas. Cada año, durante seis meses, las hembras de esta especie venían hasta aquí para parir; se trataba del mejor momento para que los pescadores encontraran alguna presa, a la que quitarían la vida con la ayuda de horcas rudimentarias, con las que los cetáceos eran arponados y arrastrados hasta la orilla. A partir del siglo XV el comercio comienza a florecer, la carne es cada vez más demandada en toda Europa (sobre todo en Francia) y la población de ballenas en el golfo de Vizcaya comienza a disminuir de forma drástica. Este es el motivo por el que los balleneros vascos se vieron obligados a alejarse cada vez más, hasta las islas Feroe y las costas islandesas.
Fue entonces, cuando surgió la necesidad de que los vascos se comunicaran con los islandeses, el momento en el que nacería este pidgin, un idioma que, al igual que el pidgin chino-inglés, tiene sus orígenes en exigencias de tipo estrictamente comercial.
Una historia rocambolesca en las aulas universitarias
¿Cómo conocemos esta lengua, tan efímera y extinguida?
La historia es intrigante y fascinante, y todos sus secretos se desvelan en las aulas universitarias de varios países europeos.
El vasco-islandés reapareció desde el olvido de la historia en la segunda década del siglo XX, cuando el filólogo islandés, Jón Helgason, descubriera en un archivo de Copenhague una copia del “Vocabula Biscaica”, un glosario de términos en una lengua que, en aquellos años, todavía era desconocida. Pronto se descubrió que se trataba de una larga lista de palabras relacionadas con la pesca, con la adición de una serie de expresiones útiles para los intercambios comerciales.
El académico decidió copiar las misteriosas palabras y transcribir los términos islandeses (que «traducían» las palabras en pidgin) en alemán. Luego envió todo al profesor Christianus Cornelius Uhlenbeck, lingüista y antropólogo de la universidad de Leida, Holanda, que en aquel momento ya estaba jubilado. Christianus decidió confiar el glosario a Nicolaas Gerard Hendrik Deen, que estaba estudiando un doctorado, quien a su vez se puso en contacto con uno estudioso vasco: Julio de Urquijo e Ibarra. La tesis del doctorado de este último, elaborada en el 1937, se centraría totalmente en este pidgin desaparecido, que volvió a emerger desde los abismos de la historia por casualidad.
Christ Maria presenta for mi Balia, for mi, presenta for ju bustana: es una de las frases encontradas en el glosario, que se traduce así: «Si Jesucristo y María me dan una ballena, yo te daré la cola».