Ilustrado por Zamir Bermeo
La inconmensurable fuerza de la naturaleza pone ante nuestros ojos acontecimientos, a veces sutiles, a veces iracundos, pero siempre singulares, cuya esencia ha tratado el ser humano de sintetizar en palabras desde tiempos inmemoriales. Aunque el lenguaje sea a veces insuficiente para percibir la experiencia completa que la madre naturaleza ofrece a nuestros sentidos, la tenacidad científica y la devoción poética hacen posible tener un glosario de geografía y otras preciosas palabras que anhelan captar su máximo significado.
Aquí os dejamos con algunas de ellas.
Alba: si bien amanecer es ya una bonita palabra, ¿a quién no le apetece usar el alba para referirse a esa primera luz del día antes de salir el sol?
Proviene del latin albus que significa blanco, por la blancura que refleja a veces el cielo antes de salir el sol. De hecho, en el lenguaje poético podrás encontrarla como sinónimo de ese color.
Aguacero: llega de repente, con gran ímpetu y dura poco y, además, es abundante. ¡Así es a veces la lluvia!
La palabra está compuesta por el sufijo -ero que indica pertenencia, unido a aguaza que significa zumo o humor (cada uno de los líquidos de un organismo vivo).
Arrebol: color rojo que adoptan las nubes iluminadas por los rayos del sol, sobre todo al alba y en el ocaso del día.
Es una palabra descendiente de rubor y esta es a su vez descendiente del verbo latino rubescere, que significa enrojecer.
Astrífero: adjetivo poético que define algo estrellado o lleno de estrellas. Como se vería de noche un cielo sin nubes en luna nueva en medio de un campo, sin luz artificial que lo contamine… ¡colmado de astros!
Aurora: se trata de esa luz tenue de colores rosados que se aprecia justo antes de la salida del sol. Madrugar puede ser duro a veces, pero despertar con la aurora… ¡puede que te mejore el ánimo!
Boreal: perteneciente o relativo al norte.
Juntando esta palabra con la anterior, la bella expresión Aurora Boreal da nombre a ese curioso fenómeno atmosférico que resulta del choque de partículas eléctricas con la atmósfera y que se transforma en una explosión de color que se puede avistar en ciertas épocas del año en el hemisferio boreal.
Cabrillear: literalmente, se define como formar cabrillas, nombre que se le da a las olas pequeñas, blancas y espumosas que se levantan en el mar cuando este comienza a agitarse. También se usa como sinónimo de rielar (véase más abajo su significado).
Clivoso: en el ámbito literario se usa este adjetivo para referirse a algo que está en pendiente, rampa, ladera… en cuesta. ¡Y qué poco cuesta usar clivoso!
Coruscante: podrías decir que las estrellas brillan, pero también podrías marcarte un giro romántico refiriéndote a los coruscantes luceros.
Estío: la época del año más calurosa, la estación que comienza en el solsticio de verano y termina en el equinoccio de otoño. En el hemisferio boreal coincide con los meses de junio, julio y agosto, mientras que en el sur son los meses de diciembre, enero y febrero.
Inmarcesible: algo inmarcesible no se puede marchitar. Que sepamos, en la naturaleza no existe un ser vivo eternamente inmarchitable. Este adjetivo poético sinónimo de imperecedero e inmortal se aplica en literatura para calificar conceptos como el amor, la belleza, un recuerdo…
Intempesta: dicho de la noche cuando está muy entrada. En el lenguaje coloquial es común hablar de horas o momentos intempestivos, con una connotación de inconveniente o inadecuado.
Iridiscencia: se trata de un fenómeno óptico que refleja varios colores distintos a la vez produciendo el efecto del arcoíris.
Luminiscencia: propiedad de los cuerpos de emitir una suave luz visible en la oscuridad sin elevar la temperatura. Como las luciérnagas, “animales que poéticamente parecen alquimistas, pues crean luz como por arte de magia gracias a la luciferina (de la misma raíz latina que Lucifer) que contienen en su abdomen”. (Fuente: https://ecoosfera.com)
Nemoroso: se refiere a lo perteneciente o relativo al bosque, en su primera acepción. Para la segunda, valga una pista: si visitas un paraje repleto de bosques, podrías describirlo en tu Instagram o ante tus amistades como un paisaje “nemoroso”.
Nubífero: adjetivo de empleo poético que se usa para denominar al que “trae o lleva nubes”. Como el viento, ¡qué nubífero él cuando quiere!
Ocaso: palabra que hace referencia al “final del día”, ese momento en el que el sol se oculta tras el horizonte. Proviene de la palabra latina Occasus, que significa caída, de ahí que ocaso se use también como sinónimo de decadencia, declive, etc.
Petricor: el olor que frecuentemente acompaña a la primera lluvia tras un largo periodo de clima cálido sobre un suelo seco.
Dicha palabra proviene del griego antiguo, formada a partir de petra, piedra, e icor, nombre que recibe la sangre de los dioses homéricos.
Procela: es la forma poética de denominar una borrasca, huracán o tormenta. Aquel viento nubífero, a poco que se anime, ¡puede transformarse en proceloso! El adjetivo proceloso se puede aplicar también para calificar una circunstancia problemática o arriesgada.
Rielar: vibrar, temblar y, poéticamente, brillar con luz trémula. Tal y como lo hace la luna en el mar del poema “Canción del Pirata” de José de Espronceda:
La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul…