Estudios recientes han demostrado que el secreto a la hora de aprender un nuevo idioma no radica necesariamente en el método de aprendizaje en sí, sino más bien en la formación de hábitos que lo faciliten. Sí, leíste bien: desarrollar un hábito es crucial para todos sus objetivos de aprendizaje a largo plazo. Es por eso que nuestros expertos en idiomas han dedicado mucho tiempo y energía a crear un producto que no solo te ayude a aprender, sino también a formar hábitos.
La repetición y la regularidad
Tal vez pienses que en realidad no es un gran secreto después de todo, pero te prometemos que ha sido comprobado, es cierto y funciona.
Ya, ya… te veo diciendo: ¿Formar un nuevo hábito? ¡Suena tan fácil! ¡Pero no lo es! ¡Porque si lo fuera, ya estaría tocando el violín, bailando tap, haciendo mesas de roble y dando clases de carpintería y… claro sería políglota! Y créeme, entendemos que puede ser complicado.
Un comentario frecuente de parte de nuestros usuarios es la dificultad que tienen para encontrar tiempo para estudiar regularmente. ¿Te suena familiar? Después de todo, al final de un largo día, ¿quién quiere recibir notificaciones de si aprendió o no a usar el artículo alemán para “caballo”? Encontrar el tiempo puede ser un problema para muchos, pero hemos investigado un poco y creemos que el verdadero desafío está en otra parte.
Formar hábitos es una acción de enfoque, no de tiempo
Contrariamente a la creencia popular, la creación de hábitos no se trata de programar un nuevo comportamiento en un momento específico. En cambio, se trata de activar de manera constante ese nuevo comportamiento para que se convierta en algo casi obligatorio.
Ahora bien, vamos directo al grano. Hablemos de esos 3 pasos que necesitas seguir para convertir ese gran objetivo de aprendizaje de idiomas en un hábito:
1. Revisa tus hábitos actuales
Los seres humanos formamos nuevos hábitos todo el tiempo sin darnos cuenta. El ingrediente principal para crear un hábito confiable de aprendizaje de idiomas no es el tiempo, sino algo que lo convierte en prioridad al ser parte de tus hábitos diarios en la vida real. Piensa en el café que te tomas todas las mañanas, el cuidado que le das a tus dientes antes de acostarte o el cerrar la puerta cuando sales de la casa.
Pondría las manos al fuego afirmando que no te entrenaste conscientemente para formar estos hábitos, sino que surgieron de la costumbre. Echa un vistazo a las cosas que haces a diario y úsalas como un puente o conector para ese nuevo hábito que deseas formar.
Para identificar ese hábito que servirá de puente a tu nuevo hábito:
- Debe ser un hábito extremadamente confiable, algo que siempre haces.
- Debe ser un evento preciso. Un hábito difuso (aunque tengas muchas ganas de aprender) no funcionará para este proceso.
- Debe coincidir con la frecuencia con la que deseas implementar el nuevo hábito. Si deseas practicar el nuevo vocabulario una vez al día, elige una actividad que solo haces una vez al día (por ejemplo, después de irte a la cama y antes de poner la alarma).
- Debe tener algo en común con tu nuevo hábito, tanto en tema como en el aspecto espaciotemporal. Por ejemplo, después de dejar a los niños en la escuela nunca será el mejor momento para hacer 10 abdominales cada día, ya que es probable que debido a los desplazamientos, haya un retraso de tiempo entre ambos hábitos.
Como ves, el puente entre hábitos es algo muy personal: solo tú podrás decidir cuál es la mejor manera de conectar hábitos, dadas tus circunstancias personales y tu estilo de vida.
2. Crea una “receta”
Esta parte es engañosamente simple, pero funciona. Una vez has encontrado tu ingrediente principal, es hora de crear una “receta” que practicarás todos los días. La receta se verá así:
Después de que haga (inserta aquí hábito de la vida real elegido en el Paso 1), haré (el nuevo hábito que quieres aprender).
Digamos, tomando un ejemplo aleatorio de la nada, que quieres aprender portugués con Babbel durante quince minutos todos los días. En este caso, un pequeño paso podría ser abrir la app de Babbel una vez al día. Su primera receta podría verse así: después de tomar mi café de la mañana, iré a mi página de inicio de Babbel.
O así: después de lavarme los dientes por la noche, iré a mi página de inicio de Babbel. Y sí, lo has leído correctamente, solo ve a la página de inicio. En realidad, es crucial que un nuevo hábito sea así de simple. Cuando el psicólogo de Stanford, BJ Fogg, quería acostumbrarse a usar el hilo dental, comenzó solo usándolo en un diente.
Recuerda que tu prioridad en las primeras etapas de la formación de un hábito no es establecer una tarea desafiante (como completar una lección completa), sino encontrar un detonante que realmente funcione.
Una vez lo hayas conseguido, puedes ponerte nuevos retos. ¡Probar y adaptar tu receta es parte del proceso de aprendizaje!
3. ¡Súbele el volumen!
Si ya tienes una receta que funciona de manera confiable, habrás conseguido lo más difícil. Recuerda que aprender un nuevo idioma no se trata de encontrar el tiempo, sino de adoptar un comportamiento que pueda convertirse en algo obvio para ti. Por ejemplo, Stephen King escribe un par de páginas antes del desayuno (un muy buen puente) todos los días.
Lo mejor de todo es que una vez hayas establecido correctamente un hábito, resultará difícil romperlo. Volviendo a nuestro ejemplo. Una vez hayas activado la necesidad de “visitar la página de inicio de Babbel”, puedes dar el siguiente paso y tratar de completar una lección. Poco a poco parecerá que no tienes que hacer ningún esfuerzo. ¿Magia? En realidad no, es la forma en que funciona nuestro cerebro.
EXTRA:
Te sugerimos que durante la primera semana, cuando estés experimentando qué te funciona mejor, escribas un recordatorio en algún lugar visible en el mismo contexto del hábito que estás usando como puente (sea creativo, por ejemplo, poniendo una notita frente a espejo del baño o junto a la cafetera). Cuando menos pienses, ya no necesitarás ese recordatorio y habrás conseguido convertir 15 minutos de tu día en un hábito diario de aprendizaje de idiomas.