Hay una divertida historia popular sobre el idioma euskera que ilustra perfectamente su singular extrañeza. Según la leyenda, una vez el diablo intentó aprender esta lengua para seleccionar a los vascos que quería mandar al infierno. Pero, después de siete años de estudios infructuosos, tuvo que darse por vencido.
Esta parábola no busca recordarnos que incluso el Príncipe de las Tinieblas tiene dificultades con las conjugaciones del euskera (aunque esto puede ser un estímulo para cierto tipo de estudiantes de idiomas), sino narrar una historia de ficción con cierto contenido veraz sobre lo difícil que es aprender esta lengua.
Como una de las lenguas aisladas más conocidas del mundo, el euskera, también denominado euskara y vasco, ha desconcertado durante mucho tiempo a historiadores y lingüistas por su aparente falta de relación con cualquier otra lengua viva.
Es hablado por poco más de un millón de personas, casi todas ellas residentes en la región vasca, situada en el norte de España y el sur de Francia. Esta zona está flanqueada por los Pirineos. A pesar de todas las adversidades, el euskera ha sobrevivido como un fenómeno singular, y la misteriosa historia de su origen permanece intacta.
La historia de la lengua vasca
Compara la expresión española de acogida bienvenidos, y la francesa bienvenue, con la vasca: ongi etorria. Partiendo del principio de que las lenguas se dividen orgánicamente —por lo cual los dialectos vecinos en términos geográficos son más mutuamente inteligibles—, que surja una desviación en medio de un continuo de lenguas romances parece un hecho improbable.
El idioma euskera precede a las lenguas indoeuropeas y, en el apogeo de su influencia, se hablaba en toda una región que limitaba con los ríos Ebro y Garona, los Pirineos occidentales y Cataluña. Las invasiones de los celtas y romanos, entre otros, hicieron que su alcance geográfico se fuera reduciendo con el tiempo. Además, Franco prohibió el uso de cualquier idioma diferente del español durante su gobierno, entre 1939 y 1975. Sin embargo, el euskera logró sobrevivir en algunos pueblos rurales, aislados en las montañas, y a lo largo de la costa del Golfo de Vizcaya, así como en las conversaciones domésticas susurradas en las ciudades. Basándonos en el descubrimiento de antiguas pinturas rupestres, sabemos que esta región ya estaba habitada hace al menos 14 000 años, y es probable que esta población original hablara una protolengua emparentada con el euskera moderno.
Después, hace unos 3500 años, hubo una ola de llegadas de los pueblos indoeuropeos, y fue entonces cuando las semillas de la mayoría de las lenguas europeas actuales se esparcieron por todo el continente. Sin embargo, esto no pareció ocurrir en la región vasca, que geográficamente se encontraba aislada del resto. Pasó mucho tiempo antes de que se imprimiera el primer libro en euskera, en 1545, y finalmente la lengua se estandarizó en 1968.
Hoy en día, el euskera existe en una forma topológicamente dispersa, y muchos de sus hablantes viven en áreas rurales o suburbanas, cada una con dialectos ligeramente diferentes. Sin embargo, existe una forma estandarizada de esta lengua que se utiliza en las escuelas e instituciones. Se denomina euskera batúa. El euskera también es la lengua cooficial de la comunidad autónoma del País Vasco desde 1979, junto con el español.
5 expresiones para aprender en el idioma euskera
¿Quieres saber un poco más del idioma euskera? Aquí tienes una muestra del idioma en cinco frases básicas.
- ¡Hola! — Kaixo!
- ¿Cómo estás? — Zer moduz?
- ¿Cómo te llamas? — Zein da zure izena.
- Me llamo [nombre]. — Nire izena [name] da.
- ¡Hasta luego! — Gero arte.
Un idioma aislado hasta que se demuestre lo contrario
Ha habido intentos significativos de precisar el pedigrí lingüístico del euskera.
Una de las teorías que a primera vista resulta verosímil es que el idioma euskera está relacionado con el armenio. Aunque ambos idiomas existen en dos rincones geográficamente distantes de Europa, comparten un número convincente de elementos gramaticales y de palabras que suenan muy parecido, y sus hablantes tienen incluso un vínculo biológico. Este hecho contradice la historia oficial del origen de los vascos, según la cual simplemente descienden de cazadores y recolectores que se asentaron en la región hace miles de años y que desde entonces han estado biológica y lingüísticamente aislados de otras culturas.
Los investigadores han descubierto cientos de “vínculos” entre las lenguas euskera y armenia, incluidas algunas palabras casi idénticas asociadas con la agricultura (como oveja y cebada). Sin embargo, los estudios lingüísticos que sostienen el vínculo armenio-vasco se desmoronan cuando se los analiza más de cerca. Los hablantes nativos actuales no reconocen muchas de estas palabras supuestamente compartidas, ya que son bastante anticuadas. Y muchos estudiosos vascos rechazan completamente el vínculo, citando la falta de pruebas arqueológicas, entre otros eslabones perdidos.
Como señaló a la BBC Xabier Kintana, director de Euskaltzaindia (institución encargada de supervisar el euskera), las “palabras compartidas” se extraen al azar de entre varios dialectos modernos del vasco, y muchas de ellas son probablemente antiguos préstamos que provienen de lenguas como el latín, el celtíbero y el íbero. Para demostrar un vínculo entre el euskera y el armenio, habría que compararlos en sus formas más primigenias, sustrayéndolos de cualquier influencia de otras lenguas que pudieran haber tenido en el camino.
Hay un cierto consenso académico en que el euskera está asociado con el ibérico o el bereber, e incluso se llega a afirmar que alguna vez el euskera y el ibérico fueron la misma lengua, pero esto tampoco se ha demostrado de manera concluyente. Si bien guardan semejanzas fonológicas, el euskera no ha sido una clave eficaz para descifrar la lengua ibérica, lo cual es en sí un misterio. El ibérico es una antigua lengua muerta que, además, guarda muy poca o ninguna relación con el latín o con cualquier otra lengua que haya florecido en su lugar. Por lo tanto, el euskera sigue siendo un desconcertante caso lingüístico atípico.