Recién aterrizado/a en el Reino Unido: maletas deshechas, ibéricos nostálgicos en la nevera, diccionario descargado, pies sobre moqueta. Te has dado una vuelta en tu nuevo barrio en busca de algún sitio de comida decente (véase comida que te resulte familiar) pero solo has encontrado 3 vietnamitas, 4 indios, un sushi, un par de pubs que sirven huevos con las famosas beans y un sitio de fish and chips.
De vez en cuando sigues mirando el tiempo de tu ciudad y el Instagram de tus amigos (sí, siguen tomándose algo en una terraza aunque sea octubre, no te obsesiones) mientras tú te congelas, buscas el sol en cielos encapotados e intentas retrasar todo lo posible el momento de ponerte el abrigo más gordo que tienes.
Por fin llega “el primer día de trabajo”. Te has esforzado mucho para llegar hasta aquí. Te has puesto tu mejor modelito casual-chic. Ahora solo queda que pasen esas primeras horas awkward en la oficina para integrarte poco a poco en el grupo, saber quiénes son los más simpáticos y empezar a conocer los mejores sitios para comer y para tomar café por la zona.
Bueno, pues espérate un poco, que aquí las cosas no funcionan como en casa. He aquí las 5 grandes diferencias entre España y UK en lo que a trabajo se refiere y no estoy hablando solo del Business English:
1. No esperes que te incluyan en su vida o rutina
Llegas a la “ofi”, estrechas un par de manos y te dicen “este es tu sitio”. La chica que se sienta a tu lado ni te mira y no hace ni medio amago de saludarte o preguntarte tu nombre. Sí, los Brits son muy polite pero también pueden ser tan fríos como su weather.
2. Lunch time delante del ordenador
Llega la hora de la comida, tú deseando que alguien te diga “Vamos a tal sitio, ¿te quieres venir?” pero nada. Algunos compañeros se levantan de la silla a eso de las 12:00-12:30, es impensable pero sí, se van a COMER. Tú no tienes hambre todavía, si acaso de un pinchito de tortilla o de un Twix, pero desde luego no de un menú. Te quedas en tu sitio esperando que alguien se apiade de ti. Puedes seguir esperando… Vas a terminar comiendo un sándwich plastificado en 15 minutos o cualquier snack frente al ordenador como todos los demás, eso sí, un par de horas más tarde.
3. Meetings, feedbacks y demás labores de oficina
Llevas ya un mesecito en tu nuevo curro y te toca feedback con tu jefa. Ella, muy educadamente, te echa una charla de una hora y media sobre lo bien que haces algunas cosas y lo no “tan-bien-del-todo” que haces otras. Conclusión: sigues sin enterarte si estás haciendo bien tu trabajo. ¿Ha sido un feedback positivo o negativo? No idea, los británicos se andan mucho por las ramas o, como dicen ellos, they beat a lot about the bush.
4. Polite, a veces
Aunque lleves un mes en la empresa y mucha gente no se sepa tu nombre todavía, vas a tener que acostumbrarte a escuchar todo tipo de apelativos cariñosos, aunque eso no signifique nada. Love, darling, sweetie son solo algunos de los nombres que la gente usará para dirigirse a ti, desde la vendedora que te devuelve el cambio en una tienda hasta el conductor del autobús para darte los buenos días. El equivalente a “cielo”, “cuqui”, “cari” pero mucho más generalizado.
5. El gran shock oficina-pub
La jornada laboral por fin ha terminado. Es momento de irse a casa, hacer la compra, poner una lavadora, hacer un Skype con la familia… ¡Qué digo! Es el momento de irse de birras al más puro estilo británico, es decir, terminar de trabajar e irse al pub a beber pintas. Cenar no entra en la ecuación, emborracharse sí. ¿Y cómo no te vas a emborrachar si no te ponen de tapa ni el triste culo de un chorizo? Prepárate para cenar líquido varios días. Prepárate también para que todos esos colegas que nunca antes te han hablado se sinceren contigo, te cuenten varios chistes, hablen muy loud y se conviertan en todo lo contrario al saber estar de los personajes de Downton Abbey. Fliparás y te darán ganas de exclamar Oh my word!, pero no dirás nada y más bien pedirás otra pinta porque, ya sabes, allá donde fueres…
Este artículo se lo dedico a mi hermana, que se mudó a Londres hace unos meses y que, a pesar de hablar inglés tan bien como la reina, aún sigue en shock cambiando el cafecito por un Earl Grey, las tostadas con tomate por las biscuits y la vespa por el tube.