Aprender un nuevo idioma cuesta tiempo, un cierto compromiso, dinero y a veces también los nervios. Sería mucho más bonito aprender como un niño, de forma inocente, casi involuntaria. Intuición es la palabra mágica.
¿Pero de verdad puede adquirirse un nuevo idioma a partir de cierta edad como alguien que apenas empieza a hablar? Y en tal caso, ¿sería lo deseable? A continuación, vamos a comparar la forma en que los niños adquieren su primer idioma (lo que se conoce en el ámbito de la investigación de lenguas extranjeras como “primera lengua”) con el aprendizaje de lenguas en una edad más avanzada (“segunda lengua” o “lengua extranjera” dependiendo del uso que se le da al idioma).
Aprendiendo el primer idioma
La adquisición de la primera lengua, conocida como “lengua materna”, es un fenómeno fascinante que ha sido extensamente estudiado, descrito y discutido. No es fácil, por tanto, encontrar consenso. En el centro de la discusión encontramos la cuestión de cómo es posible aprender un idioma sin una lengua previa, sin las habilidades y conceptos que se forman después de experimentar el mundo lingüísticamente. El caso es que los niños, independientemente del idioma (español, mandarín o papiamento) o de la inteligencia o talento dados, consiguen normalmente aprender el idioma a nivel nativo en unos pocos años. Curiosamente, existen similitudes entre las diferentes etapas de formación de sonidos y estructuras gramaticales, ya se trate del inglés o de idiomas más difíciles de aprender para estudiantes en edad avanzada, como por ejemplo el finés.
Este desarrollo se produce sin guías o instrucciones, de forma casi espontánea, simplemente por el hecho de estar expuesto a la lengua, sin tediosas explicaciones de gramática, sin estudiar vocabulario, sin necesidad de correcciones. Esto se debe a que se ha demostrado que corregir los errores lingüísticos de los más pequeños no acelera el desarrollo lingüístico. Todo lo que se necesita para aprender la primera lengua es información y tiempo.
Aprendiendo el segundo idioma
Para la adquisición de la primera lengua existe, sin embargo, un límite temporal: idealmente antes de los tres años o en algunos casos tal vez a los cinco o más, los niños tienen que estar expuestos de forma intensiva a la lengua (¡lo que no significa que con esa edad tengan que dominar perfectamente el idioma!). A partir de la pubertad disminuye el desarrollo lingüístico. Se puede tener más de un idioma materno (lo que llamamos bilingüismo o multilingüismo), pero en un momento dado ya no es posible aprender una lengua como un niño, a nivel nativo, con la simple exposición lingüística. Y seamos sinceros: ¡qué frustrante sería! Imagínate, tan pronto se formaran determinadas redes y conexiones en el cerebro, estarían preparadas para ser utilizadas. ¿Quién quiere perderse la revelación de haber entendido algo, incluso cuando aún no estamos preparados para utilizarlo y aún debe pulirse? Los adultos aprenden de forma mucho más efectiva cuando combinan la información lingüística con los conocimientos y las habilidades que, a diferencia de los niños, han desarrollado con los años. Por último, en la adquisición del segundo idioma, por regla general no se precisa un año para empezar a producir las primeras palabras inteligibles… Veamos el proceso de aprendizaje de la segunda lengua de forma detallada.
La diferencia fundamental entre el aprendizaje de la primera y la segunda lengua es la existencia de (al menos) un idioma previo: ya hemos descubierto el mundo lingüísticamente y el aprendizaje de la segunda lengua se construirá sobre los conocimientos previamente adquiridos en la primera lengua, ¡lo que se aprecia claramente en los fallos de los alumnos! Por ejemplo, la tendencia a pronunciar una “e” antes de una palabra que empieza por “s”, como Spain o special. O confundir palabras que se escriben de forma muy similar en ambas lenguas, pero que significan cosas totalmente diferentes, como actually que equivale a “en realidad” y no a “actualmente”, ya que en inglés es nowadays, o la palabra assist que significa “ayudar” y no “asistir a un evento”. Y además de los conocidos “falsos amigos”, también se cometen errores con la gramática. Sin embargo, una primera lengua también puede facilitar el aprendizaje de la segunda lengua. Las lenguas están emparentadas entre sí y, por ejemplo, para un alumno francófono será más fácil aprender lenguas románicas como el español, que para alguien cuya lengua materna es alemán o inglés. En cualquier caso, para los estudiantes de una segunda lengua será muy importante reconocer las diferencias y similitudes entre su lengua materna y la lengua extranjera.
Aprender idiomas con Babbel
Babbel toma muy en serio todos los conocimientos sobre la adquisición del segundo idioma: dependiendo de las necesidades de los alumnos, hay una variada oferta de cursos de dónde elegir, tanto si necesitas un par de expresiones útiles y consejos locales para tus vacaciones, como si quieres aprender un idioma desde cero.
En los cursos para principiantes, a través de un curso de introducción a la gramática, los alumnos serán, por un lado, expuestos pasivamente al idioma, como los niños en la adquisición de la primera lengua, pero también recibirán explicaciones mientras practican las diferentes estructuras con ejemplos. Para evitar la frustración del “no entiendo nada”, la mayoría de los ejercicios, dependiendo del nivel, disponen de traducciones e incluso indicaciones literales para que el alumno pueda contrastar cómo funciona la lengua de aprendizaje respecto a su propio idioma o a la lengua de visualización que haya seleccionado. Para ello nuestros cursos no solo se traducen, sino que se adaptan para cada una de las diferentes lenguas de visualización de los alumnos. Por ejemplo, los usuarios de habla portuguesa disponen de unas condiciones completamente diferentes para aprender español a las que tiene un nativo alemán, ya que muchas explicaciones le resultarían superfluas dada la similitud entre ambos idiomas. Por último, la corrección es una parte importante en el proceso de aprendizaje de los alumnos mayores. Los errores son una oportunidad para detectar necesidades de aprendizaje, así como recordatorios para mejorar en próximos ejercicios.
Babbel te mostrará dónde te equivocas y podrás practicar de nuevo los puntos más problemáticos con la opción “Elimina los errores” al final de cada lección. En definitiva, aprender un nuevo idioma no descarta automáticamente el factor diversión: un fuerte motivador para los alumnos de un segundo idioma y que, por tanto, no debe descuidarse. ¡Diviértete aprendiendo idiomas!