Ilustrado por Matilde Tilde
Recorrí Nicaragua en bus junto con una amiga. Fuimos sin apuro y el país nos dio lo que buscábamos: naturaleza, tranquilidad, leyendas, festejos, poesía. Estas son las 10 frases (y momentos) de Nicaragua, que asocio con aquel viaje slow por el país centroamericano.
1. “Auténtico”
Recorrí Nicaragua —y otros países de Centroamérica— de mochilera y con mi amiga Belén en el 2008. Pasó una década: los lugares cambiaron y mi manera de verlos y entenderlos también. Sin embargo, cuando pienso en ese viaje a Nicaragua, hay una palabra que me sigue resonando: “auténtico”. Unos días antes de cruzar la frontera de Costa Rica a Nicaragua, Belén y yo conocimos a un viajero que venía de ahí, y su veredicto fue: “Nicaragua es menos turístico y más crudo, más auténtico”. Si bien ya no creo que los países se puedan categorizar en “más o menos auténticos”, entiendo a qué iba: Nicaragua todavía no recibía tantos visitantes y, por lo tanto, se presentaba sin maquillaje, tal cual era.
2. Elogio de la lentitud
Entramos al país por San Juan del Sur, en la costa del Pacífico. Veníamos acostumbradas a encontrar playas llenas de gente, y tal vez por eso nos sorprendió la tranquilidad de ese pueblo casi vacío. No sé si fue que llegamos fuera de temporada o en época de recambio, pero tuvimos la playa solo para nosotras. Caminamos por la orilla y disfrutamos el atardecer desde hamacas paraguayas, mientras tomamos una cerveza fría. San Juan del Sur era un trailer de lo que vendría.
3. Triatlón
Decidimos ir a pasar el día a Maderas, una playa para amantes del surf. Si bien ninguna había hecho surf en su vida, nos pareció una buena excusa para salir a explorar, así que alquilamos dos bicis para hacer los 8 kilómetros que la separaban de San Juan del Sur. No sé si tomamos el camino incorrecto o qué fue lo que pasó —no viajábamos con teléfono ni GPS—, pero el paseo a Maderas se convirtió en un desafío: pedaleamos por ruta de tierra, caminamos por el barro y tuvimos que atravesar una parte por las rocas, con la bici en brazos encima de la cabeza para que no se cayeran al mar. Quedó en nuestro recuerdo como “el triatlón a Maderas”.
4. Autobuses amarillos
Pienso en Nicaragua y me acuerdo de las horas que pasamos viajando en los autobuses amarillos de un punto a otro del país. Nicaragua es un país de transporte público: como gran parte de la población no cuenta con transporte propio, es muy común movilizarse de un punto a otro en los que alguna vez fueron antiguos buses escolares estadounidenses. Por la ventana se ven volcanes y paisajes verdes, y en el interior también hay un mundo de actividades cada vez que un vendedor ambulante se sube a ofrecer comida o bebidas para la buena salud.
5. Ometepe
Ometepe significa “dos montañas” y es el nombre de una isla que, vista desde arriba, parece el símbolo del infinito. La isla de Ometepe está ubicada en el lago Cocibolca —el más grande de América Central— y conformada por dos volcanes: el Concepción y el Maderas. Una leyenda dice que nació tras la historia de amor trágica de la india Ometepetl y el príncipe Nagrando, dos jóvenes que pertenecían a tribus enfrentadas. Como sus padres los perseguían, decidieron morir a pocos metros uno del otro: de Ometepetl nació la Isla de Ometepe y de Nagrando surgió la Isla Zapatera, ambas en el gran Lago de Nicaragua.
6. Chico Largo
“¿Vio cuántas vacas que hay en la isla? Algunas hasta tienen dientes de oro. Eran hombres que, por no cumplir un trato con Chico Largo, fueron transformados en animales”. Todavía me acuerdo de esta conversación. Belén y yo estábamos almorzando pescado fresco, arroz, papas y ensalada en Santo Domingo, una de las playas de Ometepe, mirando el lago y los animales, cuando el encargado del restaurante nos contó esta historia. Al parecer, Chico Largo fue un chamán al que muchos acudían para pedirle salud y prosperidad, pero si los consultantes no cumplían su parte del pacto, Chico Largo los llevaba a El Encanto, una ciudad subterránea erigida debajo de la laguna de Charco Verde, y los convertía para siempre en vacas, toros, cerdos, peces o lagartijas. Dicen que por eso hay tanta fauna en la isla.
7. “¿Y para qué van a ir allí?”
“¿Para qué van a ir a León? No hay nada para ver, solo la Catedral…”, nos dijo la dueña del hostal de Granada. La rivalidad era clara: León y Granada, las dos ciudades coloniales de Nicaragua, compiten hace siglos. Ambas fueron fundadas en 1524 por el conquistador Francisco Hernández de Córdoba y las dos oficiaron, en algún momento de su historia, como capital del país. Granada es de casas coloniales de colores pasteles, cúpulas amarillas y palmeras a orillas del Cocibolca: le dicen “la París de Centroamérica” y “la Gran Sultana”, por su arquitectura morisca. León, “ciudad de poetas y locos”, es más artística, rebelde y revolucionaria y fue elegida por Forbes como uno de los lugares más “cool” de 2018. Nosotras no quisimos elegir, y decidimos conocer las dos.
8. La gritería chiquita
Después de unos días de bicicleta y descanso en Granada, nos fuimos a León. Estábamos sentadas en el espacio común de nuestro alojamiento cuando sentimos que alguien golpeaba la puerta y preguntaba, desde afuera: “¿Quién causa tanta alegría?”, a lo que el encargado del hostel inmediatamente respondió: “¡La asunción de María!”, y les ofreció caramelos y comida. Habíamos llegado el día de la Gritería Chiquita, una celebración en honor a la Asunción de la Virgen. El ritual de la pregunta se repitió hasta las 12 de la noche, cuando comenzaron los petardos y fuegos artificiales para recibir al 15 de agosto.
9. Poesía
En Nicaragua la poesía es orgullo nacional, y lo vimos en las paredes de varias ciudades: fragmentos de poemas, retratos de poetas, placas conmemorativas. Los nicaragüenses afirman que son el país con mayor cantidad de poetas por habitante de América Latina —o del mundo. La tradición comenzó con Rubén Darío, nacido en León y uno de los poetas más importantes del siglo XX, y siguió con varias generaciones de poetas reconocidos internacionalmente. En Granada se celebra, todos los años, uno de los festivales de poesía más grandes del mundo. En Nicaragua, la poesía une a personas de distintas ocupaciones y es la expresión escrita del modo de ser de la nación.
10. Maíz
Nos quedó mucho por ver en Nicaragua, pero uno de los lugares qué me dejó con ganas de volver fueron las Corn Islands o Islas del Maíz. Son dos —Great Corn y Little Corn— y están ubicadas a 70 kilómetros de la costa caribeña de Nicaragua. La más grande mide 10 kilómetros, y la más chica menos de 3. Sus habitantes se llaman cornaileños y muchos de ellos son creoles, una etnia caribeña de origen africano. El idioma más hablado en las islas es el inglés creole. Ya tengo una excusa para volver.