Para hacerte una idea de cómo era la vida antes de que aparecieran los cuentos de los hermanos Grimm, imagina el mundo antes de la televisión y las películas. En realidad, deberías retroceder aún más, a antes de la generalización del alfabetismo. Un mundo en el que las únicas historias que alguna vez se escuchaban eran aquellas que contaban literalmente en voz alta personas de tu alrededor. Sería algo así como si todo el universo de Marvel Cinematic te lo contara de memoria alguien de la calle.
Sin la existencia de un medio de comunicación masivo, las historias eran muy locales. Incluso las historias que cruzaban las fronteras cuando las personas migraban y se mudaban se hacían locales, aunque algunos detalles se cambiaban sutilmente, bien a propósito o debido a falta de memoria. Las historias no se consolidaron, hasta que alguien no se decidió a escribirlas.
Cada vez que algo se escribe, cambia de alguna manera. Pasa de ser un cuento flexible a uno “oficial”. Y he aquí la cuestión. Al escribir estas historias, se preservan un tiempo y un lugar específicos. Esta idea fue la que impulsó a dos de los coleccionistas de cuentos más importantes de la historia: Jacob y Wilhelm Grimm.
¿Quiénes eran los hermanos Grimm?
Jacob y Wilhelm Grimm nacieron en 1785 y 1786, respectivamente, en Hanau, una ciudad de Alemania. Durante los primeros años de sus vidas, fueron atendidos y razonablemente acomodados gracias a su padre, que trabajaba como abogado en una ciudad vecina. Pero en 1796, el padre de los Grimms murió, seguido de su madre 12 años después, dejando a la familia en una situación desesperada.
Al terminar la escuela, mientras luchaban por ganarse la vida, los hermanos Grimm consideraron primero seguir los pasos de su padre y acceder a la profesión legal (llegados a este punto, te puedes imaginar una historia alternativa en la que fundaron una firma de abogados llamada “Grimm & Grimm”). Sin embargo, tras cuatro años abandonaron sus sueños legales, y en 1808 ambos Grimms comenzaron a trabajar como bibliotecarios en una biblioteca privada real. Esto fue lo que los llevó por el camino de la investigación y conservación literaria.
Junto con sus amigos Clemens Brentano y Achim von Arnim, los hermanos Grimm se pusieron a trabajar en la recopilación y grabación de letras y cuentos populares, así como otros ejemplos de narraciones orales que se habían transmitido de generación en generación. Los hermanos Grimm tomaron nota de estas historias con el fin de establecer la idea de lo que significa ser alemán y reconstruir la historia de la lengua alemana.
Los hermanos Grimm pasaron gran parte de sus vidas anotando cuentos populares, que se publicaron por primera vez en 1812 como Cuentos de la infancia y del hogar. Casi dos siglos después, siguen siendo de las historias más influyentes de todo el mundo. Evidentemente, han sido grabadas aún más en la cultura moderna gracias a Disney y otras adaptaciones.
Cuentos de la infancia y del hogar y el idioma alemán
Los hermanos Grimm no fueron los primeros en tomar nota de esas historias, ni siquiera fueron los primeros en escribir cuentos alemanes, su legado se debe a la forma en la que lo hicieron. Su trabajo está acreditado como la primera colección rigurosa de cuentos populares, y dio inicio a todo un campo de investigación llamado folclorística.
Sin embargo, lo que realmente distinguió a los Grimms fue que registraron el discurso vernáculo de los narradores que encontraron. Su objetivo era reproducir las historias exactamente como se las contaban, para así preservar la intención original. Como consecuencia de esto, las historias no solo eran registros de los cuentos sino también de los dialectos alemanes que se hablaban en diferentes zonas.
Jacob Grimm, en particular, fue un gran contribuyente a los estudios del idioma, y esencialmente fue pionero en el estudio de la lingüística histórica (estudio del desarrollo de idiomas). Es el homónimo de la Ley de Grimm, que es un conjunto de reglas que explica cómo la pronunciación alemana cambió de sus raíces protoindoeuropeas al idioma hablado en el siglo XIX.
Al comparar palabras que son similares en todos los idiomas, por ejemplo “padre”, que es Vater en alemán, father en inglés, etc., Jacob Grimm pudo ver cómo estas palabras derivaban de la misma raíz. Grimm no era la única persona que estaba estudiando el lenguaje en ese momento, pero tuvo un papel central en el lanzamiento de nuevos campos de estudio.
Estas incursiones lingüísticas podrían parecer completamente aleatorias para una persona cuyo principal reclamo de fama era coleccionar cuentos populares, pero el vínculo entre la historia y el lenguaje era más fuerte. Los cuentos en sí mismos brindan información útil a los lingüistas que buscan estudiar el idioma alemán de entonces (aunque existe cierta controversia sobre que los hermanos Grimm cambiaron las historias de Cuentos de la infancia y del hogar para que parecieran más alemanas). Aun así, su trabajo constituye una colección de escritura de inestimable valor para comprender mejor el pasado y el presente de Alemania.
Un mundo de cuentos populares
Si bien los Cuentos de la infancia y del hogar de Grimm son, sin duda, de las colecciones más famosas, Alemania no es el único país con una fuerte conexión a su narración oral. Grecia sigue siendo sinónimo de La Odisea, que comenzó con la tradición oral. Lo mismo que El Cantar del Mío Cid, que es posiblemente el texto más importante en castellano antiguo. Incluso Estados Unidos, país relativamente joven, está ligado a los cuentos de Paul Bunyan. Antólogos de todo el mundo han reunido estas historias para dar una idea de las psiques nacionales y las historias que contaban nuestros antepasados.