Presentamos un nuevo capítulo de nuestra serie de retratos de usuarios de Babbel con extractos de su vida y sus motivos para aprender un nuevo idioma. Si también deseas compartir tu historia con nosotros, simplemente déjanos un comentario abajo.
En esta ocasión te presentamos a Martin Leonhardt. Este fotógrafo y aventurero de 36 años de edad, originario de la región alemana de Franconia, viene sintiéndose como en casa en cualquier lugar del mundo desde hace más de dos años. Actualmente está recorriendo en su motocicleta el norte de Brasil o, para ser más exactos, la región del Amazonas. Martin recoge sus experiencias, impresiones y fotografías en su blog Freiheitenwelt.de. En este «mundo de libertades» nos habla de sus próximos proyectos, de lo que tanto ama de viajar y de por qué le resulta tan importante aprender otros idiomas.
«Mi viaje actual comenzó el 1 de octubre de 2013 en Chile. Ya antes había viajado con frecuencia, pero hacer un auténtico viaje alrededor del mundo es algo diferente. Siempre fue mi sueño conocer nuestro planeta por mi propia cuenta, libremente y sin limitaciones de tiempo. Y simplemente fui fiel a esta sensación interior: mi corazón quería viajar, entonces me convertí en un viajero.
Como no me gusta planificar hasta el último detalle, me limito a definir a grandes trazos una ruta aproximada. Después de haber pasado por Chile, Bolivia (un sueño para motociclistas), Argentina, Perú, Paraguay y Brasil, me he propuesto aprovechar el tiempo que estaré en Sudamérica para viajar también por Venezuela, Colombia y Ecuador. A continuación avanzaré por los países de Centroamérica hasta México, para luego atravesar los Estados Unidos y Canadá hasta llegar a Alaska. ¿Y después? De momento estoy pensando en un viaje a través de Rusia que culmine en Mongolia.
Por otra parte, también me atrae mucho el continente africano. Será uno de estos dos destinos, pero eso también dependerá del presupuesto de viaje que tenga a disposición llegado ese momento. No tengo un cronograma fijo.
Disfruto enormemente la gran libertad que me brinda el acto de viajar. Soy mi propio jefe y, en realidad, cada día puedo hacer y dejar de hacer lo que me parezca. Aprendí muy rápidamente a apreciar este tipo de libertad, que no existe en esa forma dentro de la rutina de un trabajo normal. Contemplo nuestro planeta con una mirada llena de asombro. Para mí es algo muy especial conocer otras culturas y experimentarlas también, por eso me es de gran ayuda, como es lógico, hablar el idioma del respectivo país. Ya hace un año que estoy viajando por Brasil, y a menudo mis conocimientos del portugués me han abierto el acceso a lugares por los que nunca habría viajado si no hubiese hablado el idioma. En general, le concedo gran importancia a los encuentros y las conversaciones personales que se tienen al viajar: «Si deseas conocer de verdad un país, ¡tienes que conocer a su gente!». Son las palabras de un amigo, y creo que con ellas ha acertado completamente.
Yo hablo alemán, «Fränkisch» (el dialecto de Franconia), inglés, portugués –mi idioma favorito– y español. El portugués tiene un sonido muy bonito, como una especie de canto, y simplemente me hace feliz. Siento algo similar cuando oigo hablar en español.
Mi último idioma, portugués, lo aprendí exclusivamente en línea con Babbel. Para mí, Babbel demostró ser la herramienta óptima para estudiar idiomas extranjeros. Justamente cuando se viaja mucho, la página web y la aplicación para el smartphone ofrecen alternativas excepcionales. Después de unas semanas ya había aprendido un poco de vocabulario básico y las reglas gramaticales más importantes.
A continuación di el paso realmente importante para mí: aplicar lo aprendido en la vida real, en la vida cotidiana. Para ello simplemente salí a la calle y le hice a las personas preguntas de todo tipo. Claro que al principio uno no habla perfectamente, pero las personas lo saben y amablemente hacen caso omiso si uno comete errores o tiene una pronunciación incorrecta. A mí personalmente siempre me sucede que puedo entender mucho más de lo que puedo hablar de forma correcta. En este caso puede ser de ayuda tomar un lápiz y anotar diferentes frases.
También hay momentos frustrantes cuando se aprende un idioma; por ejemplo cuando uno, sea como sea, no consigue acordarse de una palabra, o cuando comete los mismos errores una y otra vez. Yo siempre anoto estos pequeños obstáculos en una libreta y los errores desaparecen con el tiempo. Hasta ahora he intentado aprender al menos un par de palabras y frases en el idioma de cada uno de los países por los que he viajado.
Mi blog Freiheitenwelt.de existe ya desde hace más de cinco años. Comencé a trabajar en este proyecto durante mi primera expedición ártica a Groenlandia. En aquel entonces, mi viaje aún era por motivos laborales (trabajé como ingeniero eléctrico en la exploración de las regiones polares) y en realidad lo único que quería era enviarle de vez en cuando a mi familia y mis amigos breves relatos acerca de la infinitud del hielo. El blog fue creciendo con el paso del tiempo y ahora siento una gran alegría al ver cómo se desarrolla y prospera la página.
A menudo me preguntan cuál ha sido la experiencia más bonita o impresionante de mis viajes, pero debo decir que algo así no existe. Lo que me hace feliz se encuentra casi siempre en pequeños momentos: conversaciones breves y, a decir verdad, insignificantes, que me llevan a otras ideas; avanzar en mi motocicleta por una autopista solitaria; una foto de una persona bella e interesante; una buena comida o una invitación a tomar una cerveza o una copa de vino. Vivir y experimentar cada día al cien por ciento es mucho más importante para mí que buscar momentos especiales. No soy un «cazador de trofeos». Uno debe mirar el mundo con ojos asombrados para comprenderlo bien.»