¡Nuestro plan de recorrer Sudamérica en bicicleta se ha convertido en una realidad! Hace una semana aterrizamos en Argentina y hemos andado en la bici desde entonces. ¡Solo nos quedan 4700 km por recorrer! Tal vez suene descabellado, pero una vez se nos ocurrió la idea de poner nuestras vidas en pausa y embarcarnos en esta aventura, no había vuelta atrás. Nos llevó un año ahorrar y prepararnos para el viaje; casi el tiempo suficiente para planificarlo y comenzar a aprender español.
No había dudas al respecto, estaba convencida de que me estaba lanzando al vacío con los ojos cerrados. Solo podía contar hasta tres en español y nunca había hecho un viaje en bicicleta de más de un fin de semana. Por su parte, Jimmy estuvo viajando en bicicleta durante un año, sabía un poco de español y había pasado un tiempo en España. Yo no pensaba dejarle cambiar mis neumáticos pinchados, ni hablar por mí, así que me inscribí a un curso semanal de español.
Reconocer mi progreso con el idioma fue una gran motivación. Fue divertido aprender algo nuevo todos los días. No tardé en llegar a un punto en el que podía entender textos simples y escribir oraciones, pero, cuando llegué allí y tuve que hablar, ¡no podía construir ni una oración! ¡Me daba mucho miedo hablar en voz alta y cometer errores! Y justo me di cuenta de esto justo antes de empezar el viaje, genial…
Lucía: la curandera mapuche
Conocer a Lucía fue muy agradable y la verdad es que apareció en el momento preciso. Hicimos una parada en nuestro camino luego de salir del parque nacional, nos topamos con un curioso edificio y allí conocimos a Lucía. Jimmy y yo fuimos inmediatamente cautivados por su gran sonrisa y sus brillantes ojos, y sabíamos que queríamos conocerla mejor. En su presencia, ese miedo inicial a mezclar mis palabras salió corriendo por la puerta. Me relajé y terminamos riéndonos juntas mientras nos contaba sobre su colección de hierbas, sus propiedades y compartía sus manzanas con nosotros. Al recordar ese encuentro, me sorprende lo bien que nos entendimos (considerando mi nivel de español).
Al confiar en los gestos y el lenguaje corporal para llenar los vacíos, y al querer entendernos, Lucía y yo mantuvimos una conversación adecuada. Comunicarte con el lenguaje corporal no es algo que aprendas en las clases de español. Hablar con Lucía me hizo darme cuenta de lo mucho que puede ayudar preguntar y repetir palabras. Además, es muy divertido y hace reír a la gente.
El español de Argentina
Cuando llegamos a Argentina, no entendía casi nada. Tal vez fueron las caóticas semanas preparándolo todo, los dos largos días de viaje, el jet lag o la impactante realidad de tener que armar una carpa en un nuevo lugar cada noche. No sé por qué la primera semana fue tan borrosa. Claro, podía medio leer los carteles y los titulares de los periódicos, pero entender a los argentinos era una cosa completamente diferente a lo que había aprendido con mi profesor de español en casa.
Afortunadamente, después de unos días de afinar mis oídos, comencé a reconocer algunas de las palabras que había aprendido en medio del balbuceo indiscernible. Estaba empezando a seguir las conversaciones de Jimmy con la gente que íbamos conociendo. Fue realmente alentador darse cuenta de que estaba aprendiendo español, después de todo, solo tenía que concentrarme y aprender a escuchar.
¡Ahora, hablar era otra historia! Cada vez que alguien me hacía una pregunta, mi reacción inmediata era mirar a Jimmy. No es que no entendiera la pregunta, pero temía enredarme o que se me cruzaran las palabras al intentar responder.
Todavía no he superado este miedo, pero Jimmy me está presionando para que hable más. Él alcanzó el nivel de español que tiene ahora porque nunca le ha importado si sus oraciones salen perfectas o no. Él simplemente sigue adelante y se comunica con las palabras que sabe. Supongo que no hay forma de evitarlo. Hablar, leer y escribir son cosas completamente diferentes y si quiero aprender a hablar español, tendré que aceptar el hecho de que, por un tiempo, no lo hablaré perfectamente y mis oraciones no estarán perfectamente organizadas.
Pia: “siento que mi español es cada vez mejor”
Cuando conocimos a Coria, traté de aplicar mis cuatro técnicas para salir de mi zona (introvertida) de comfort:
- Planea por adelantado
- Conviértete en una “actriz”
- Tómate tiempo para estar sola
Me entusiasmó muchísimo que organizáramos una entrevista con una artesana local, y disfrutamos el proceso de aprender vocabulario nuevo y muy específico, relacionado principalmente con el tejido de ropa a mano. Practiqué mis preguntas en voz alta hasta que me sentí segura y por primera vez noté cómo esperaba realmente encontrar las respuestas. Cuando nos sentamos a hablar, ya no se trataba de aprender español, sino de Coria y su oficio. En ese momento me di cuenta de que las inseguridades habían quedado atrás.