10 pasos para germanizarte (o ser más alemán)

¿Qué se necesita para ser alemán? ¿Amor por las salchichas, montones de reglas o ropa sencilla? El autor de Make Me German “añade su mostaza” para germanizarte.

1. Pantuflas modo: ON

A los alemanes les encantan las zapatillas de andar por casa, así que te tendrás que acostumbrar. Ellos consideran a cualquier persona que no las lleve, un salvaje: mitad humano, mitad foco de suciedad y bacterias. Si no quieres salir de la cama de un salto y caer sobre un suelo gélido, mejor deja preparadas tus Hausschuhe al borde de la cama para no entrar en shock antes del desayuno. Haus significa casa y Schuhe zapatos, por lo que literalmente son los zapatos de casa, ¡no hay fallo!

2. Viste ropa sencilla

Hashtag, #normcore. Vestir normcore es vestir de la forma más normal que puedas. Cuanto más anónima e insulsa sea tu forma de vestir (multiplicada por 1000), mejor. Los alemanes le dan mucho valor a las cosas funcionales. Ya sabes, cosas útiles, como pantalones largos que se puedan convertir en cortos a través de una cómoda y estética cremallera, cazadoras con bolsillos multiusos o botas que sirvan para escalar, hacer trekking, ir a un concierto, o corregir la planta del pie. Está claro, si quieres vestir como un alemán tratarás a la moda como si fuera una fiesta de cumpleaños de adolescentes a la que no estás invitado; ni intentes apropiarte de ella ni dejes ver que te afecta no participar. En vez de eso ya sabes, #normcore.

3. ¡Respeta el Ampelmännchen!

¿Calle vacía? ¡Da igual! ¡Hay que respetar los semáforos! Los pequeños hombrecillos de los semáforos son los guardianes de la calle y hay que obedecerles. Intentar cruzar en rojo estando la calle totalmente vacía implica un gran riesgo (no el de que te atropellen, claro), pero sí el de que te tomen por loco, suicida, irresponsable o sociópata. Yo mismo fui amonestado por un policía la primera vez que estuve en Berlín por esta misma razón. Crucé en ámbar y uno de mis pies aún estaba pisando suelo asfaltado cuando el muñequito cambió a rojo. Lo siguiente que escuché fue “Halt!” (¡Para!) y creo que hasta el Ampelmännchen (muñequito del semáforo) puso cara de susto. “Allá donde fueres, haz lo que vieres” así que simplemente sé paciente y espera a que se ponga verde, ¿vale?

4. Respeta la naturaleza

Las ciudades están bien, pero son tan falsas y antinaturales como sus edificios, sus luces o su wifi. No hay comparación con la nostalgia sentimental de los momentos simples y puros que ofrece el campo: el aire fresco, los pájaros, las ramas, el barro, los árboles y todas las cosas realmente naturales. Así que germanízate, la inmersión regular en la naturaleza es importante para tu Seele (alma). Por este motivo deberías wandern (salir de excursión) al campo los domingos. Y también deberías comprar todo bio. “Tiene que ser mejor, es bio” será tu nuevo lema. Por este motivo, rechazarás comprarles a tus hijos juguetes electrónicos que parpadean programados para resultar atractivos, para enseñarles cosas interesantes. ¡Son tan artificiales con su Scheiß-Plastik (mierda de plástico)! En su lugar, compra a tus hijos bloques de madera con una ligera forma de conejo. Les enseñará: a) la superioridad intelectual de los juguetes hechos de madera y b) que tendrán que ser más imaginativos.

5. Estudia, especialízate

Quizá en otras culturas premian el esfuerzo, independientemente de los resultados. “¡Buen intento! ¡Prueba de nuevo!”, pero ese no es el estilo alemán. Los alemanes premian la funcionalidad y la especialización. Si no has estudiado, si no estás cualificado, no tienes derecho ni a intentarlo. Cuando te pregunten qué sabes hacer no digas “un poco de todo”, esta frase será tu condena. Tratan el generalismo y a los generalistas con recelo, como a las brujas en la Edad Media.

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6. Prepárate un Schorle

Partiendo de la base que los alemanes no beben nada sin burbujas, para germanizarte, añade Sprudelwasser (agua con gas) a todo lo que bebas. El súmmum de todo esto es, sin duda, ¡la espectacular invención alemana del Apfelschorle (zumo de manzana con gas)! El preferido por Alemania, completamente desconocido para el resto del mundo. Es como la bebida nacional. Sabrás que realmente estás germanizado cuando el camarero llegue a tu mesa y sin haber abierto el menú y sin decidir lo que quieres, entres en pánico y pidas un Apfelschorle.

7. En caso de duda: patatas

Todo el que piense que a los alemanes les falta imaginación, están muy equivocados. Simplemente la canalizan en áreas específicas como la ropa deportiva, la burocracia, las constreñidas palabras-frase, la mezcla de refrescos con gas y, quizá la más sorprendente, la variedad de recetas con patatas. En la mayoría de los países, las patatas se comen en puré, al horno, hervidas, fritas o en esa maravilla moderna de patatas en cuña crujientes. ¡Ay!, aficionados. Para ser alemán tienes que hacer todo lo posible con las patatas y alguna cosa más. Aquí tienes una lista de invenciones alemanas a base de patatas que necesitarás para germanizarte:

Salzkartoffeln (patatas hervidas con agua y sal), Bratkartoffeln (patatas salteadas), Kartoffelbrei (puré de patatas), Kartoffelpuffer (tortitas de patata), Kartoffelklöße/-knödel (bolitas de patata), Kartoffelauflauf/-gratin (patatas gratinadas), Kartoffelsalat (ensalada de patata), Kartoffelsuppe (sopa de patata), Rösti (tortitas de patata rallada), Ofenkartoffeln (patatas al horno), Kroketten (croquetas de patata), Stampfkartoffeln (patatas trituradas), Kartoffelecken (cuñas de patata), Pellkartoffeln (patatas cocidas con piel), Pommes frites (papas fritas), Petersilienkartoffeln (patatas con perejil), Rosmarinkartoffeln (patatas con romero)…

8. Descubre otras sutilezas de la cocina alemana

“¡Hola jóvenes cocineros, bienvenidos a la escuela de cocina germana! Ahora que ya domináis la patata ha llegado el momento de la segunda lección: aquí está la salchicha, aquí está el pan. Ahora atentos: poned la salchicha dentro del pan. ¿Y ahora qué? Mmm bueno, eso es todo. ¡Felicidades! ¡Ya estáis preparados! Aquí tenéis vuestro certificado. Buena suerte ahí fuera.”

9. Olvida el small talk

A los alemanes no les gustan los temas triviales ni la gente charlatana. Prefieren hablar de la situación sociopolítica de tu región natal o del índice de paro por encima de los 40 años antes que comentar que “han dado buen tiempo para el fin de semana”. Si te preguntan qué tal estás, tienes dos opciones: ser brutalmente honesto y directo o, si de alguna manera te ves forzado a hacer small talk, no te quedará otra que hacer uso de las palabras comodín que se usan en el alemán hablado: gut (bien), naja (pues), ach so (ah ya), alles klar (todo bien), und sonst so (el resto bien) y tja (bueno). Hay conversaciones enteras que se pueden mantener solo nutriéndose de estas coletillas y el orden en el que las combines da prácticamente igual. Tja se suele poner al final de la frase, para resaltar tanto la conversación en sí como la futilidad de la vida, ach, tja.

10. ¡Sé preciso!

Es muy importante corregir a otras personas si dicen algo incorrecto, no importa lo pequeño o intrascendente que sea el fallo. Están equivocadas y estás seguro. Los datos son sagrados. Es tu deber informarles. Esto es lo que los alemanes llaman ser un Klugscheißer (“sabiondo” o “sabelotodo”). Los alemanes, amantes de los datos, son los campeones del Klugscheiß. No importa si aún no se ha acabado de contar la historia. No importa si su pequeña indiscreción factual no tiene absolutamente ningún impacto en la historia, como que la cita con el doctor no era a las 08:00 pm sino a las 07:30 pm. ¡Da igual, es mentira! De una pequeña semilla de imprecisión pueden crecer grandes mentiras de roble. Hay que corregirlo.

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