Ilustrado por Paula P. Rezende
Debo admitir que la idea de regalarle un idioma a mi madre no fue algo fácil. Yo nunca había pensado en dar algo que no fuera, literalmente, “algo”. Especialmente porque nuestros compromisos y el hecho de vivir en el extranjero dificulta la ejecución de cualquier idea creativa para el Día de la Madre u otra fecha especial. Aun así, siempre he intentado esforzarme con los regalos, asegurándome de que le gusten y, sobre todo, que sean útiles.
Ahora bien, ¿por qué un curso de idiomas va a ser un buen regalo para mi madre en el Día de la Madre?
Generalmente, asociamos aprender un idioma con estudiar (¡oh, qué sorpresa!). Y estudiar en el sentido de algo aburrido, difícil de hacer, que requiere trabajo… en resumen: nada placentero. Realmente, aprender un idioma con todo lo que ello implica (vocabulario, gramática, conjugaciones, declinaciones, etc.) no es algo que se logre de la noche a la mañana. Sin embargo, esto no quiere decir que no sea algo placentero.
Es fácil olvidarse de las recompensas que puede traer aprender un nuevo idioma.
Aprender un idioma va más allá de aprender un idioma
La idea de regalar un idioma va más allá de “dar alguna cosita” o de “tener un detalle”. Para mí, trata mucho más sobre aprovechar una festividad comercial para compensar a mi madre por todo lo que me ha dado a lo largo de mi vida. Es demostrarle que he aprendido bien y que ahora ella también tiene la libertad y el tiempo para experimentar nuevas cosas y, en este caso, viajar a otro país (claro está, manteniendo las debidas proporciones 😅).
¿Por qué no abrir, si no es una puerta, una ventanita, en la vida de nuestras madres y mostrarles que ellas también pueden abrazar el mundo, vivir cosas nuevas, conocer otros lugares, tener aún más experiencias en cualquiera que sea la fase de la vida en la que se encuentren?
Yo entiendo que mucha gente no puede pagar un viaje para poner en práctica el idioma que aprendió. Para muchos, tener la oportunidad de practicar lo aprendido es un privilegio y es el problema de mucha gente que conozco, pues no logran hablar de manera fluida.
Regalar un idioma a tu madre (o cualquier otra persona) es, en primer lugar, una invitación a conocer otro mundo. Aunque el sueño de tu madre de viajar a otros países no sea realizable, va a abrirse a otras formas de pensar, va a entender la letra de aquella canción francesa que tanto le gusta o la samba brasileña que te hizo escuchar durante las fiestas cuando eras peque.
Por qué regalar un idioma para el Día de la Madre es un trabajo en conjunto
Ahora, muy seguramente te preguntarás cómo lograr que tu madre le dé valor al esfuerzo y al trabajo que tendrá que invertir en aprender un nuevo idioma (que no voy a mentir, es realmente un trabajo y exige tiempo). Si has llegado hasta aquí y realmente quieres regalar un idioma para el Día de la Madre, creo que por una parte sabes que ella se alegrará enormemente de aprender y, además, será parte del compromiso que estés ahí para ayudarla a aprender.
En mi caso, he enseñado a mi madre a usar la aplicación tanto en el ordenador como en la tablet (¡que es la que prefiere!). También le expliqué cómo puede memorizar los nombres de las cosas, por ejemplo, escribiendo noticas por la casa e incluso viendo Netflix en otros idiomas. En este punto, ¡la creatividad puede y debe andar a rienda suelta!
Además, las lecciones de Babbel son tan prácticas que seguramente tu madre las disfrutará. Cuéntale que solo es necesario invertir 15 minutos al día para notar un progreso después de unas semanas. Mi madre, por ejemplo, ya logró pedir cosas para comer y preguntar direcciones después de 1 mes y medio de curso. Con Babbel la forma de aprender es muy intuitiva, los tips de gramática aparecen a lo largo de la lección y ciertamente no necesitarás invertir largas horas memorizando reglas infinitas.
Los beneficios a largo plazo para tu madre
Y, ya que estamos hablando del aprendizaje, es importante recordar que hablar un nuevo idioma representa muchos beneficios para el cerebro y puede retrasar hasta en 5 años los síntomas de Alzheimer. Otro dato importante es que el cerebro es “plástico”, entonces ese argumento de “ah, pero mi madre ya es un poco mayor y se frustrará intentando aprender” es la mayor tontería del universo.
Lo que más me gustó de todo el proceso es que cuando mi madre comenzó a aprender otro idioma, fue la manera en la que aumentó su empatía por mis esfuerzos a la hora de aprender otros idiomas (léase específicamente el alemán). Ella solía decir que yo tenía que estudiar más, que era absurdo que no estuviera aprendiendo más rápido, en fin, cosas de madres. Pero ahora que estuvo en mi lugar de estudiante, se tornó mucho más comprensiva y valoró mucho más mi esfuerzo.
Para concluir, una de las mejores cosas de aprender otro idioma es la manera de abrirse al mundo, a lo desconocido, de agudizar la curiosidad y experimentar una nueva forma de pensar. Es saber que el mundo va mucho más allá de la esquina de tu casa, de tu barrio, de tu ciudad o de tu país. Las posibilidades son innumerables, ¡créeme! Te encontrarás con algunas con las que ni habrías soñado vivir y todo está a tu alcance, ¡literalmente a un clic de distancia!