Viaje al pasado del español de España

Hacemos un viaje lingüístico para conocer las expresiones de otras décadas. ¿Quieres saber cuáles son? ¡Sigue leyendo!
expresiones de otras décadas

La evolución de un idioma a lo largo de la historia muestra su capacidad de adaptación al contexto cultural y a los valores de cada tiempo. A a través de las palabras y expresiones de otras décadas podemos entender las señas de identidad de cada época.

Hoy nos centramos en el español de España, en concreto en las décadas de los 60, 70 y 80. Viajaremos al pasado para evocar a través del léxico de entonces cómo era la vida en aquellos años. ¿Te vienes?

Más vale antes que tarde

El devenir de una lengua está guiado por sus hablantes y sus necesidades de expresar los cambios sociales de forma inmediata, ¿o quizás motivarlos? En cualquier caso, dichos cambios nacen en el habla coloquial, más rápida y eficaz. Luego el tiempo va poniendo cada vocablo en su lugar y solo pasa a ser “formal” cuando es ratificado por la RAE, casi siempre demasiado tarde y para denominar algo que ya no existe.

Expresiones de otras décadas

En los años posteriores a la guerra civil y ya de forma definitiva en los 70 y 80 se extiende el tratamiento de frente al de usted y el uso del vale (aprobatorio) frente al de acuerdo. 

La juventud y sus ganas de diferenciarse de las autoritarias normas de la dictadura fueron, desde entonces y en adelante, el gran motor de los cambios lingüísticos. 

Los 60

En la España de los años 60 comenzaban a diluirse los malos recuerdos de la posguerra. Los baby boomers llegaron diez años más tarde que al resto del mundo, pero trataron de recuperar el tiempo perdido disfrutando al máximo de lo que la vida les ponía por delante: la música y la moda del momento.   

Llegaron al país los sonidos de las bandas de pop y rock de unos melenudos anglosajones: los Beattles, los Rollings,… las letras provocativas de sus canciones se remataban con un “yeah, yeah!” del que nació la expresión ser yeyé, para definir todo lo moderno y fresco.

También se comenzó usar la palabra fan para referirse a toda aquella persona entusiasmada con aquellos conjuntos musicales (como se nombraban las bandas).

La chica yeyé era una joven atrevida que buscaba alejarse del conservadurismo imperante y ya no esperaba a que la sacaran a bailar, llevaba melena corta y flequillo, se maquillaba y vestía minifalda

Ellos comenzaron a vestir niquis. El actual polo o camiseta, se impuso entre los jóvenes admiradores de la película Llamar a cualquier puerta y de su protagonista Nicky, del que tomaron la prenda y la inspiración para denominarla.  

La juventud bailaban twist en el guateque (fiestas caseras) con la música que salía del picú (reproductor cuyo nombre deriva de pick up) o del comediscos o tocata, mientras se tomaban un cubalibre con el que alguno acabaría piripi (borracho). Aquellas fiestas servían de excusa para  arrimarse o darse el lote, aunque a veces eran muy aburridas o, más bien, un rollo.

Si no ligabas no te comías una rosca. En teoría, tenías más posibilidades de ligar si estabas potable (de buen ver). Si te excedías, te salías de madre por ser un vivalavirgen (incumplir la estricta norma del recato por ser un informal). 

Las calles se llenaron de vespas y seiscientos que iban a todo meter (a toda velocidad). Vespa designaba cualquier motoneta (motocicleta). El coche utilitario Seat 600 fue una copia del Fiat 600 italiano y también se le denominó seílla

Disponer de este medio de transporte permitió a muchas familias que tenían cuartos (dinero) darse escapadas de fin de semana. Así nace la figura del dominguero y una nueva acepción para la palabra, que desde hacía siglos solo servía para denominar lo perteneciente al domingo.

Los 70

A principios de esta década quienes escandalizaron a la sociedad conservadora fueron los jipis (castellanización de hippies) y su gusto por el nudismo o la práctica de quedarse en bolas. Una gran parte de la sociedad aún no veía bien mostrar las vergüenzas (las partes más íntimas). 

Aun así, nada pudo impedir que llegara la moda del destape (o despelote) género cinematográfico de alto contenido erótico, de poca calidad y bajo coste. 

Estar potable en los 60 pasó a estar de toma pan y moja a principios de la década y a estar más bueno/a que el pan a finales.

Las parejas que antes se arrimaban ahora se enrollaban. Si no tenías un rollete (romance pasajero), podías quedarte para vestir santos (sin pareja). 

El rollo de los 60 aumentó en intensidad hasta convertirse en un rollo macabeo. Pero la palabra rollo aún estaba destinada a protagonizar más acepciones en esta década.

Muchachos y muchachas comenzaron a llamarse el pibe y la piba. También titi, colega, tronco o chorbo. Ya no conducían coches, sino bugas (vocablo derivado de Bugatti), la forma más guay (estupenda) de darse un garbeo (un paseo).

La industrialización de los 60 motivó una migración masiva del campo a la ciudad generando suburbios donde la rebelión léxica llegó con el cheli: jerga juvenil procedente de la mezcla de vocabulario carcelario, del lenguaje castizo y del caló (lenguaje gitano).

Del caló se tomaron expresiones como: molar (gustar); chachi y dabuten (estupendo), cate (golpe), napia (nariz), pinrel (pie), piltra (cárcel), mangui (ladrón), currelar (trabajar), nasti de plasti (de eso nada) y diñar (morir).  

En el cheli la palabra rollo estaba prácticamente en cada frase: estar de buen/mal rollo (estar de buen/mal talante); ir de buen/mal rollo (ir con buenas/malas intenciones); me corta el rollo (me fastidia); es un enrollado/a (una persona estupenda); se enrolla como una persiana o de mala manera (es una persona muy pesada). 

A finales de los 70 nació el pasota, al que nada le interesaba y que no flipaba (se fascinaba) con aquella explosión de libertad. Este pasaba de todo, pasaba millas, pasaba cantidubidubidá. Iba a su rollo

Los 80

En cuanto a expresiones de otras décadas, las de los ochenta fueron sin duda las más peculiares. Además de las hombreras, se pusieron de moda los ripios, frases hechas superfluas y de mal gusto en el verso con tal de rimar: 

Que no te enteras, Contreras.  

Qué risa, tía Felisa. 

Me piro, vampiro (me voy).  

¡De eso nada, monada! 

Ful de Estambul (para referirse a algo que resultaba de mala calidad). 

¿De qué vas, Bitterkas? (En defensa contra alguien que se ponía altivo o, como también se decía más chulo que un ocho). Si la chulería llegaba a las manos, los jóvenes ya no se pegaban, se fostiaban

Los rolletes de los 70 eran ahora amigos con derecho a roce, que pasaban de casarse. Ahora se llevaba arrejuntarse. Aunque menuda jodienda (qué mal rollo) si te quedabas a dos velas (sin ligar). 

Se organizaban fiestorros donde desfasar (excederse), privar (beber) y mover el esqueleto (bailar). Se seguía bebiendo cubalibre, pero se empezó a llamar pelotazo.

También fue la década de hacer deporte con mallas, bodies y calentadores. A principios de los ochenta se hacía footing, a finales se hacía jogging. Comenzaba la era de los anglicismos a tutiplén (en grandes cantidades). 

Se hace oficial la locución ni hablar del peluquín, con la que uno se niega rotundamente a hablar o tratar de un asunto.

El guay de los 70 derivó en guachi, chupiguay y el ripio guay del Paraguay. Aunque los más modernos ya empezaban a desmarcarse con el anglicismo cool.  

Finalmente, dejamos de ir a nuestro rollo para ir a nuestra bola, gracias a La bola de cristal (archiconocido programa de los 80).


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