Las expresiones en francés, ya sean a nivel nacional o regional, tienen la misma legitimidad que lo que los franceses llaman “el lenguaje de Molière”. ¿Por qué? Por la simple razón de que estas expresiones son usadas por millones de personas para comunicarse a diario.
La idea del idioma “puro” es algo demasiado abstracto. En la realidad, los idiomas son caóticos, dinámicos e incluyen organismos vivos. Pese a los no pocos esfuerzos de los gobiernos centrales para establecer una “lengua oficial”, los idiomas crecen y cambian de acuerdo a las necesidades y a los caprichos de las personas que los hablan todos los días. Aquí un ejemplo de ello: