La historia cultural del café

Es más que tomar una taza de café caliente. Se trata de un estilo de vida.
Historia cultural del cafe

¿Solo el EE.UU. va a tomar café por la mañana a Starbucks o todo el mundo? Desde sus humildes orígenes como una modesta planta en Etiopía hasta su estatus actual como combustible, energía, conector social, medio creativo y principal producto básico en todo el mundo, el café no es solo un ritual diario esencial para más de mil millones de personas en todo el mundo, sino el alma de toda una cultura. O, con mayor precisión, culturas, porque a no ser que estés pensando tomar un cappuccino con carbón algún día, beber café en Italia es muy diferente de beber café en Indonesia. La historia cultural del café es grande y extraordinaria. Para comprender su impacto actual en los ritmos cardiacos de tantas personas en todo el mundo, para comprender cómo pasamos de la “baya de café” al “café Bulletproof”, tienes que ir al principio. ¡Echa un vistazo al siguiente vídeo sobre cómo pedir un café en varios idiomas!

Los principios de la historia cultural del café

Mucho antes de que una gota de café de un frappuccino de Starbucks cayera sobre la lengua de un insecto en un centro comercial, el café tan solo era una planta. No tenemos pruebas documentadas de la historia cultural del café, pero tenemos la certeza de que la historia del café comienza en Etiopía. La leyenda cuenta que un pastor de cabras etíope, probablemente del pueblo Oromo, observó que sus cabras se espabilaban cuando comían las bayas rojas de donde proceden los granos de café. El pastor decidió probarlas, y solo podemos imaginarnos el tipo de experiencia que tuvo para que el resto de la historia cultural del café se desarrollara como lo ha hecho. Aunque los seres humanos inventaron muchas maneras de consumir estas bayas de café durante los primeros años del adoctrinamiento de la cafeína, en particular los sufíes de Yemen que utilizaban el café como ritual que estaba conectado con su misticismo, no conocimos el café tostado en grano hasta el siglo XIII. El cultivo del café luego comenzó a prosperar en la península arábiga, y estaba en pleno auge en el siglo XV. Desde allí, se extendió a Oriente Medio y Europa, y más tarde los colonizadores europeos llevaron la producción del café a lugares como Sri Lanka, el Caribe, Brasil y Centroamérica, donde poblaciones de esclavos se ocupaban de los cultivos de café. En este momento, el café se había establecido como un comercio a nivel mundial. Aunque la cultura del café no se consolidó en los Estados Unidos hasta el periodo de la guerra de la Independencia. Después del Motín del té que tuvo lugar en Boston en 1773, beber té se consideraba antipatriota, por lo que el café se convirtió en la bebida nacional, además de en una forma de protesta contra la monarquía británica.

El surgimiento de las cafeterías

Las personas no tardaron en descubrir el atractivo de reunirse fuera de sus hogares en espacios comunitarios dedicados al consumo del café. El café no solo es delicioso, sino que estimula la mente. De forma natural, las cafeterías se convirtieron en un centro de intercambio intelectual y, en algunos casos, en un símbolo de revolución y disconformidad. El auge de las cafeterías es vital para la historia cultural del café. Como el historiador Mark Pendergrast, autor de El café: Historia de una semilla que cambio el mundo, explicó a NPR, la aparición de la cafetería también estimuló literalmente el florecimiento de los negocios (la Bolsa de Londres fue el resultado de una discusión en una cafetería), así como la literatura, la prensa y la música de figuras como Bach y Beethoven. Algunas revoluciones, como la Revolución francesa y la Revolución americana, se planearon en cafeterías. “Una de las ironías del café es que hace que las personas piensen. Es como si creara lugares igualitarios, cafeterías donde las personas se pueden reunir, y así fue como la Revolución francesa y la Revolución americana se planearon en cafeterías”, aseguró Pendergrast. “Por otra parte, el mismo café que estaba avivando la Revolución francesa estaba siendo producido por esclavos africanos que habían sido llevados a Santo Domingo, lo que actualmente conocemos como Haití”. Las cafeterías primero prosperaron en el Imperio otomano, ya que ofrecieron a los musulmanes un lugar de encuentro que no implicaba alcohol. De manera similar a lo que ocurriría en otros lugares, la élite gobernante pronto se alzó contra la cultura del café, ya que era una amenaza para el orden y las jerarquías sociales establecidas. En 1633, el sultán Murad IV convirtió el consumo de café en una pena capital después de que su hermano y tío fueran asesinados a manos de personas que frecuentaban las cafeterías. La cultura del café se extendió a través de Europa durante finales del siglo XVII, proporcionando un espacio más igualitario para que hombres de cualquier clase social se reunieran y hablaran de política. Las cafeterías no solo eran más asequibles que los restaurantes, sino que, a diferencia de los bares, también solían atraer a personas con intereses políticos. En Londres, se convirtieron en lugares donde los hombres de la clase obrera se reunían y discutían su descontento con aquellos en el poder, como es el caso de Carlos II, que se refirió a las cafeterías como “un lugar donde las personas insatisfechas se reunían y divulgaban denuncias escandalosas de la conducta de Su majestad y sus ministros”. El Rey acabaría enviando espías a las cafeterías y ordenó el cierre de todos los establecimientos, aunque el decreto solo duró 11 días. Las cafeterías pasaron a conocerse como “universidades populares” en las que casi cualquier persona podía participar en discusiones intelectuales por el precio de una taza de café. Los cafés desempeñaban una función similar en otras partes del mundo, atrayendo a una mezcla de intelectuales, artistas, periodistas y activistas y a menudo ofreciendo a la clase trabajadora la oportunidad de unirse políticamente.

Cómo es una café alrededor del mundo

En la actualidad, la cultura del café está tan arraigada en diversas partes del mundo que podrías viajar por el planeta y experimentar el café de manera diferente en cada país. Desde un café con leche y especias y calabaza en los centros comerciales de América hasta el despertar instantáneo del fuerte café turco, hay una gran variedad que degustar. Aunque Italia ha contribuido en gran medida a la cultura del café internacional dándonos casi cualquier tipo de bebida engendrada por el advenimiento del espresso, no puede atribuirse todo el crédito. Los australianos tienen el convencimiento de que inventaron el flat white (el café con leche). En América Latina, tienes el café de olla en México, que se hace hirviendo café a fuego lento con canela en ramo. El café cubano de Cuba es básicamente espresso endulzado con sirope. Y, en Argentina, el café es más leche que café, si eso tiene sentido. En Europa, Portugal tiene un café muy peculiar llamado mazagran, que combina el espresso con limón, menta y, alguans veces, incluso ron. Los franceses a menudo piden un noisette, o espresso con un chorreoón de leche caliente. En Finlandia y el norte de Suecia, está el kaffeost: un café caliente vertido sobre trozos de cuajada de queso (sí, de verdad). Y aunque el café irlandés es más un fenómeno americano, no es solo un mito que los irlandeses ponen whiskey en su café de vez en cuando. En África y Oriente Medio, el café a menudo contiene especias. Por ejemplo, el café marroquí se elabora con canela, cardamomo, clavo, sal, pimienta y nuez moscada, mientras que los saudíes beben café con cardamomo. En Etiopía y Arabia Saudí, el consumo de café forma parte de un ritual de hospitalidad largo y elaborado que tiene varias reglas de etiqueta. En Asia, puedes comprar café en lata de una máquina expendedora en Japón, y café dulce y cremoso con leche condensada en Vietnam. También hay un brebaje cremoso que se sirve en Hong Kong y Malasia hecho con café solo mezclado con té con leche, conocido como yuanyang en Hong Kong y kopi cham en Malasia. En Indonesia, si pides un kopi joss te darán un café con un carbón encendido dentro, que deja un distintivo sabor de azúcar quemada. Después de todo eso, y a pesar de que puedes tomar distintos tipos de café en cada región del mundo, la necesidad universal de un buen café es la misma para todas las personas.

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Steph Koyfman

Steph es creadora de contenido y lleva más de cinco años escribiendo sobre idiomas y cultura para Babbel. Creció en un entorno bilingüe, descubrió su pasión por los libros desde muy pequeña y, más tarde, estudió Literatura Inglesa y Periodismo en la universidad. También habla ruso y español, aunque sus habilidades en esos idiomas están un poco oxidadas.

Steph es creadora de contenido y lleva más de cinco años escribiendo sobre idiomas y cultura para Babbel. Creció en un entorno bilingüe, descubrió su pasión por los libros desde muy pequeña y, más tarde, estudió Literatura Inglesa y Periodismo en la universidad. También habla ruso y español, aunque sus habilidades en esos idiomas están un poco oxidadas.