La influencia de la geografía en el idioma

Desde las montañas más altas hasta los valles más bajos, la forma en la que hablamos muestra quiénes somos.
La influencia de la geografía en el idioma: una imagen de un valle

La geografía lingüística es un campo de estudio que examina la forma en que los idiomas se distribuyen por el mundo, formando países lingüísticos y estados nacionales propios. Las fronteras políticas son las que determinan con mayor frecuencia las fronteras lingüísticas, pero también hay una serie de consideraciones culturales, económicas y, obviamente, geográficas. 

Para comprobarlo, basta con echar un vistazo a los misteriosos lenguajes silbados de las distintas sociedades que habitan en las montañas y los bosques. Los idiomas silbados son una forma de superar las limitaciones de un entorno que dificulta el contacto humano. Los silbidos no se propagan como los gritos y pueden viajar grandes distancias sin distorsionarse (y sin requerir tanto esfuerzo por parte de la persona que silba). Por supuesto, la llegada de los teléfonos móviles —y la globalización en general— ha hecho menos necesario que los miembros más jóvenes de estas sociedades aprendan los idiomas silbados, pero este es un claro ejemplo de la manera en que el lenguaje humano a veces se ve moldeado por el entorno físico que nos rodea.

¿Qué es la geografía?

En su forma más simple, la geografía es el estudio de las características que componen la Tierra: las montañas, las llanuras, los continentes, etc. A menudo se divide en dos categorías: geografía física y geografía humana. La primera se refiere a observar las características físicas reales de la Tierra. La geografía humana, por su parte, estudia las maneras en que los seres humanos interactúan con el planeta. Eso abarca muchas cosas: las fronteras que hemos creado, las rutas de migración, las formas en que la sociedad humana ha cambiado el medio ambiente y mucho más. 

La geografía lingüística encaja perfectamente en esta segunda categoría, ya que los idiomas se han visto moldeados y modificados por el mundo que nos rodea, de maneras obvias y no tan obvias. Primero, echaremos un vistazo a la geografía física y su efecto en la evolución de los idiomas, y luego veremos las maneras en que la geografía humana también ha desempeñado un papel importante en la manera en que hablamos. 

Derivación lingüística y geografía lingüística

Para entender la mecánica de la geografía lingüística, primero hay que entender cómo funciona la derivación lingüística. Al igual que los genes se replican de forma imperfecta y se transmiten, los idiomas se transforman gradualmente a medida que se transmiten a las generaciones o regiones geográficas siguientes. Antes de que los estados comenzaran a imponer lenguas nacionales, la distribución geográfica de los idiomas se parecía más a un gradiente de dialectos similares a los que tenían cerca. 

Aunque la proximidad geográfica influye en la probabilidad de entender a los vecinos, algunos rasgos topográficos, como las montañas, los cuerpos de agua, los desiertos o los bosques salvajes, pueden cerrar de manera dramática la brecha de inteligibilidad mutua entre comunidades o estados vecinos. Una cordillera peligrosa solía ser más que suficiente para impedir (o limitar severamente) el contacto entre los distintos grupos de hablantes, y, con suficiente aislamiento geográfico, las lenguas podían divergir tanto que apenas se reconocían entre sí. 

El idioma vasco es un ejemplo perfecto de ello. El euskera, o vasco, ha dejado perplejos a los lingüistas durante mucho tiempo debido a su aparente falta de relación con cualquier otro idioma vivo. Durante miles de años, el euskera se mantuvo prácticamente aislado, lo que le permitió desarrollarse en un vacío lingüístico generado por las limitaciones geográficas de las montañas que lo rodean. 

Mientras tanto, las áreas que son amplias y planas (como las llanuras) se conocen como zonas de difusión lingüística, y son áreas con una alta diversidad lingüística donde las olas de grupos de hablantes se superponen entre sí (y a menudo se reemplazan unas a otras). Estas regiones incluyen la estepa euroasiática, las Grandes Llanuras americanas y el África subsahariana. 

¿La altitud puede afectar al idioma?

La geografía no solo afecta a los idiomas en cuanto a las grandes extensiones. La altitud también tiene un efecto considerable en los tipos de sonidos que los seres humanos tienden a producir, lo que cambia el sonido de los idiomas.

Un estudio publicado en la revista PLoS ONE en 2013 reveló una correlación sorprendente entre los idiomas hablados a gran altitud y las consonantes eyectivas, es decir, los sonidos producidos con ráfagas de aire enfáticas. En lugar de usar los pulmones, estos fonemas sin voz se producen cerrando las cuerdas vocales. Como describe Scientific American, “es casi como si las personas intentaran hacer el sonido de una consonante mientras contienen la respiración”. 

El autor del estudio, Caleb Everett, analizó 567 idiomas según el lugar donde se hablan y descubrió que 92 de ellos contenían consonantes eyectivas. La mayoría de estos idiomas con consonantes eyectivas se hablaban en o cerca de las regiones más altas del mundo, como la Cordillera Norteamericana, los Andes y las tierras altas de Etiopía. La principal excepción a esta regla fue el altiplano tibetano, donde las lenguas habladas no contenían consonantes eyectivas . Sin embargo, estas correlaciones fueron sorprendentemente consistentes, ya que se presentaron en todas las familias lingüísticas. 

La teoría de Everett fue que estos sonidos son más fáciles de producir a gran altura, ya que en una altitud donde el aire tiene una menor presión, resulta más eficiente comunicarse con sonidos comprimidos, pues son más fáciles de producir con el aire más liviano. 

Además, los fonemas eyectivos requieren que emitamos menos vapor de agua al pronunciarlos en comparación con otros tipos de sonidos. La pérdida excesiva de vapor de agua a gran altitud puede provocar deshidratación y mal de altura, por lo que esta característica lingüística también podría ser una adaptación biológica que ayuda a las personas a sobrevivir en estos climas. 

¿Cuáles fueron los efectos de la geografía y la migración en los idiomas de Europa? 

Aunque los patrones de migración han dado forma a los idiomas de todo el mundo, vamos a enfocarnos en Europa para ver algunas de las maneras en que interactúan. Las diferentes características geográficas de Europa, que van desde las extensas llanuras del este hasta las regiones montañosas de los Alpes y los Pirineos, y las penínsulas, como la ibérica y la escandinava, han influido históricamente en los patrones de migración de sus habitantes, con lo que han afectado el desarrollo y la diversidad lingüística. 

Como ya hemos mencionado, las montañas y otros obstáculos al movimiento humano han generado diferentes barreras lingüísticas a lo largo de la historia. Los Alpes, que atraviesan ocho países europeos, son un ejemplo muy claro de esto. Al norte, predominan las lenguas germánicas, incluidos los dialectos suizos alemanes con sus características únicas moldeadas por la geografía alpina. Al sur, predominan las lenguas romances, como el italiano y el francés. La cordillera actúa como una línea divisoria, influyendo en la medida en que estos grupos lingüísticos interactúan y se mezclan entre sí. 

Cuando las comunidades viven en las montañas, suelen estar aisladas y desarrollar sus idiomas de manera independiente. Ya hablamos del euskera, que quizás sea el ejemplo más famoso, pero otro ejemplo de los Alpes es el romanche, que es una lengua romance que se desvió de las demás en Suiza. 

La migración ha sido otro factor significativo en la evolución de los idiomas europeos. La historia de Europa está marcada por olas de migraciones, incluyendo las de los indoeuropeos, los eslavos, las tribus germánicas y, más tarde, los vikingos. Cada uno de estos grupos trajo sus propios idiomas, que se mezclaron con los idiomas locales. Por ejemplo, las conquistas romanas extendieron el latín por una gran parte de Europa, el cual más tarde evolucionó y se convirtió en las lenguas romances, como el francés, el español, el italiano y el portugués. La migración de las tribus germánicas cambió el mapa lingüístico del norte de Europa y dio lugar a la aparición de las lenguas germánicas, entre las que se encuentran el inglés, el alemán, el holandés y las lenguas nórdicas. 

La migración debida al comercio, las conquistas y, más tarde, la industrialización, provocó cambios y trueques lingüísticos significativos. Varias ciudades que solían ser centros de comercio importantes, como Venecia y Ámsterdam, se convirtieron en crisoles de idiomas y dialectos, lo que facilitó los préstamos lingüísticos y el surgimiento de pidgins y criollos. 

El avance de la tecnología ha provocado que los idiomas dependan cada vez menos de la geografía. En el pasado nómada, el traslado de un país a otro podía durar varios meses; actualmente, las personas pueden viajar a lugares donde se hablan otros idiomas en cuestión de horas con solo tomar un tren o un avión, sin mencionar todo lo que se puede hacer por internet. Aunque hoy en día los idiomas no suelen verse obstaculizados por las montañas, la geografía humana sigue siendo un factor determinante en la distribución de las lenguas. Europa está dividida en países que a menudo están claramente definidos por los idiomas que se hablan en ellos. Aunque el viejo refrán que dice que “Todos los habitantes de Alemania hablan alemán” dejó de ser realista hace mucho tiempo, los idiomas oficiales de un país ciertamente afectan lo que se enseña y lo que se espera. Y los patrones de migración modernos están más determinados por el paisaje burocrático que por el físico, ya que las personas que se desplazan de un lugar a otro no pueden simplemente entrar en otro país y comenzar una nueva vida en él. 

Tanto en Europa como en el resto del mundo, la difusión de los idiomas sigue estando muy ligada a la geografía y a la migración. Los idiomas seguirán cambiando y evolucionando, adaptándose al mundo que los rodea. 

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