Al crecer, Karla Vargas tuvo que luchar en dos batallas: primero, para entender y definir su identidad genderqueer; después, contra la discriminación de género. Una vez que logró aceptar y vivir de acuerdo con esa identidad, tuvo dificultades para encontrar las palabras adecuadas para expresarlo y para ayudar a otras personas a entenderlo. Se encontró cara a cara con las limitaciones del lenguaje y con las formas en que un idioma puede representar o ignorar completamente el ser de una persona.
“Pensé que nunca sería posible que me reconocieran por quién soy”, dice Karla, de 25 años, recordando el momento en el que el enfoque binario de género dominaba el lenguaje. Eres un hombre o una mujer, un él o ella, y en el caso de Karla, un latino o una latina. Recuerda haber sentido “un vacío en las opciones y, sobre todo, en el anhelo y la esperanza de un cambio. El canon general para definir tu identidad se limitaba a esto es lo que eres y si no se siente bien, entonces algo te pasa”.
El significado de latinx
El término latinx surge como una alternativa no sexista y no binaria para referirse a un individuo o grupo de personas de ascendencia latinoamericana. El origen de esta palabra se remonta a su uso en línea y apareció por primera vez alrededor de 2004. Sin embargo, su uso se ha disparado recientemente, particularmente entre los miembros de la comunidad LGBTQ.
Jennifer Prewitt-Freilino, profesora asociada de psicología en la Escuela de Diseño de Rhode Island, afirma que es el momento adecuado para que palabras como latinx pasen a un primer plano. Si damos un vistazo al escenario actual de género, raza, sexualidad e identidad, es posible afirmar que estos conceptos son cada vez mucho más flexibles.
En el contexto actual, los movimientos que buscan defender los derechos de los afroamericanos en Estados Unidos (Black Life Matters), que atraen la atención a los abusos contra las mujeres (#MeToo) y las discusiones sobre baños sin género, se han convertido en parte de la conversación, especialmente en internet. Es por esto que términos como latinx o todxs han logrado integrarse mucho más fácilmente. ¡Y lo mejor es que lo han logrado! Están cambiando la forma en que expresamos la relación entre género, identidad y lenguaje.
Idioma e igualdad
Muchos de los principales idiomas del mundo, incluidos el español, el francés, el ruso y el alemán, están gramaticalmente muy impregnados del enfoque de género, con versiones masculinas y femeninas de las palabras muy dominantes, que, inconscientemente, siguen teniendo un gran impacto en la percepción de la igualdad de género.
Deanalís Resto, de 28 años, de Puerto Rico, quien se identifica como latinx, nos explica cómo el idioma español refleja e influye en las normas de género de la sociedad: “Los términos masculinos a menudo son los predeterminados y se les considera neutrales. Para mí, esa es la evidencia más clara del dominio del patriarcado y de la masculinidad como la principal fuente de poder en nuestra cultura”.
Hay evidencia para apoyar este punto de vista. Prewitt-Freilino fue coautora de un estudio titulado The Gendering of Language (en español, las consideraciones de género del lenguaje), donde revela una correlación entre los lenguajes con un enfoque de género gramatical binario (como el español o el ruso) y la desigualdad de género en los países donde se hablan dichos idiomas.
Ahora bien, si el género y el lenguaje están tan profundamente entrelazados, ¿qué se puede hacer para separarlos?
No está claro quién acuñó primero el término latinx, ni si se originó dentro o fuera de la comunidad de habla hispana. Pero para aquellos que se identifican con el término, realmente no importa. Lo que importa es tener una palabra que les dé un sentido de pertenencia.
El desacoplamiento entre el género y el lenguaje
El lenguaje sigue adaptándose y evolucionando constantemente, como lo ha hecho durante cientos de miles de años. Estas son buenas noticias para quienes defienden la implementación de palabras como latinx, pero ¿cómo comienza el desacoplamiento entre el género y el lenguaje?
De acuerdo con Birte Dreier, un gestor de proyectos lingüísticos del equipo de Babbel, hay dos formas en que estos cambios pueden ocurrir:
Un enfoque “de abajo hacia arriba”, comenzando en el nivel individual o en grupos pequeños y, posteriormente, extendiéndose. “Puedes hacer que las palabras desaparezcan al no usarlas y también puedes hacer que las palabras se acuñen usándolas mucho y convirtiéndolas en la norma”.
Prewitt-Treilino está de acuerdo. Dice que en muchos países de América Latina, la evolución del lenguaje de género proviene de comunidades específicas, “especialmente las comunidades queer, personas que se benefician con lo que está sucediendo en el mundo del género”.
El segundo enfoque es “de arriba hacia abajo”, donde los cambios se implementan directamente a nivel gubernamental. Algunos países europeos han promulgado, o han empezado a promulgar, reformas lingüísticas a escala nacional. Por ejemplo, en 2012, Suecia introdujo hen, un pronombre neutro en términos de género. Además, la Unión Europea ha financiado estudios que analizan temas específicos relacionados con la intersección de género y lenguaje, investigando, por ejemplo, cómo el uso de un lenguaje diferenciado en las listas de empleos afecta al número de mujeres que postulan.
La reacción
Con cualquier movimiento o esfuerzo sociocultural para llevar a cabo una acción progresiva viene una reacción igualmente opuesta, a menudo en forma de discursos cargados de odio y rechazo en medios tradicionales y en las redes sociales. “La resistencia me fascina”, comentó Avi Roque, que vive en Chicago y se identifica como “trans, genderqueer, no binario, género no conformista humano” y también como latinx.
Avi también afirma que se siente particularmente sorprendidx por la rapidez con que se descartan las nuevas ideas sin pensarlo dos veces. “Es un rechazo inmediato. La gente no se toma el tiempo para pensar un poco y se concentra en afirmar que es estúpido o que somos liberales queer“.
Karla también se ha enfrentado a cientos de reacciones negativas, lo que le ha dado la oportunidad de perfeccionar sus respuestas. “Me gusta hacer preguntas dejando claro que parten de la curiosidad, evitando que se sientan atacados. También disfruto cuando las personas viven una vida ceñida a sus propios pensamientos o creencias, y los siguen hasta el final, pero a pesar de ello, reconocen los efectos en su ideología o la falta de compasión en sus pensamientos”.
Las críticas también pueden ser más sutiles y no siempre responden a un ataque de odio, especialmente cuando provienen de alguien con ideas similares. Jasmine, una mujer latinoamericana que pidió ser identificada solo por su nombre, cuestiona el origen de latinx.
“Empecé a ver que latinx era un término usado cada vez más por bloggers y personas que no eran de origen latino y fue entonces cuando comenzó a molestarme”, dijo Jasmine. “Me sentí como si esas personas, que igual no hablaban español, estaban tratando de tomar el control sobre mi idioma y mi cultura”.
Un periódico en Estados Unidos llevó este argumento un paso más allá en un editorial publicado en 2015. Sus autores presentaron un caso contra el término latinx, y afirmaron que este se usaba casi exclusivamente en los EE. UU. La editorial afirmaba que era una forma evidente de imperialismo lingüístico: la imposición a los ideales estadounidenses de un idioma en una manera que no se corresponde gramatical u oralmente con él”.
No está claro quién acuñó primero el término latinx, ni si se originó dentro o fuera de la comunidad de habla hispana. Pero para quienes se identifican con el término, realmente no importa. Lo que importa es tener una palabra que les dé un sentido de pertenencia. “Poco a poco he estado entendiendo el lenguaje y las palabras para definirme”, dijo Roque. “Durante 25 años de mi vida, no sabía que existían otras formas, aparte del hombre y la mujer, niño y niña”.
Deanalís también comparte ese sentimiento y hace hincapié en la importancia del lenguaje. “Puede que muchas personas digan que es solo semántica, que es solo una palabra, pero las palabras son poderosas. Es increíble sentir que eres parte de algo más grande, incluso con una sola palabra. Realmente se siente como algo que te da poder”.
Mirando hacia el futuro
¿Cuál es el siguiente paso para movimientos como este? A corto plazo, el objetivo es continuar difundiendo el uso y la aceptación de términos y palabras que apoyen la diversidad en la sociedad. A más largo plazo, tal vez haya más cambios reservados para el idioma español. Prewitt-Freilino dijo que el camino a seguir es a través del advenimiento de términos como latinx, en lugar de adaptar los términos existentes, porque las palabras nuevas permiten un comienzo completamente nuevo.
“Lo que hace que latinx sea diferente es que es un término nuevo. Crear un nuevo idioma es realmente la mejor manera de subvertir el sistema y hacer que la gente reflexione sobre él”, dijo Prewitt-Freilino.
Kate McCurdy, la líder de Investigación Aplicada en Ingeniería en Lingüística Computacional en Babbel, está de acuerdo con esa estrategia: “Los hablantes de idiomas que obligatoriamente expresan el género gramatical deben proponer innovaciones lingüísticas para que puedan comunicarse de una manera que refleje actitudes sociales más modernas hacia el género; el término latinx es un ejemplo perfecto de este tipo de creatividad”.
También han comenzado a surgir otras alternativas neutrales en español, especialmente en las comunidades en línea. Una de estas alternativas es reemplazar la “o” o “a” en sustantivos de género con el símbolo “@”. Es una manera inteligente de ser inclusivo al género al enviar mensajes de texto o tuitear, pero ¿cómo lo pronuncias? Otra alternativa que parece estar ganando más terreno es el uso de “e” en su lugar. Por ejemplo, los latines podrían dirigirse a sus “amigues” (“amigos/as”) para incluir a todos y cada uno de los géneros. La “e” se considera una opción sólida porque encaja muy bien en el idioma español existente, y su pronunciación es más clara que “@” o “x.”
Tratar de reformar un idioma completo, particularmente uno inmerso en la gramática de género, no es una tarea fácil. Algunos incluso podrían decir que es imposible. Sin embargo, personas como Karla, se sienten muy felices de tener finalmente un término que tenga un impacto positivo en su identidad.