Mi experiencia en Londres: cómo superé mi propia barrera lingüística

Pensaba que hablaba inglés… hasta que la práctica me demostró lo contrario. Te cuento cómo logré superar la barrera lingüística al vivir y estudiar en Londres.
Cómo superé la barrera lingüística en Londres

Ilustrado por Paola Saliby

Felicidad es poco para describir lo que sentí cuando recibí la carta de aceptación para el postgrado en Periodismo de Moda y Lifestyle en el London College of Fashion. Después de pasar por seis meses de clases intensivas de inglés en Londres, prepararme para el IELTS (International English Language Testing System), una de las exigencias del curso, y haber obtenido en Brasil el CAE (Certificate in Advanced English) de la Universidad de Cambridge, yo me sentía muy segura de mi nivel de inglés, especialmente británico.

Todo es maravilloso…

En mi primer viaje a Londres en 2007, me enamoré de la ciudad. Todo me fascinó: la cultura local, la gama de colores, el olor y hasta el cielo, más gris que azul la mayor parte del tiempo. Como había estudiado inglés tanto tiempo en una escuela que se concentraba en la enseñanza del idioma hablado en Inglaterra, la cultura del país ya tenía un lugar en mi cabeza. La oportunidad de mudarme a Londres cinco años después fue una alegría y una sorpresa a la vez. En esa época yo había trabajado como periodista cultural para diversas ediciones del Fashion Rio, así que el siguiente paso era (según nuestros estándares profesionales) buscar un curso relacionado para profundizar mis conocimientos sobre el tema en una de las capitales más fashion del mundo.

…hasta que la realidad llama a la puerta

La primera sorpresa me la llevé cuando comencé mi curso. De los 18 alumnos de la clase, yo era de las únicas que no tenía inglés como idioma nativo. El segundo día de clase, cuando el profesor nos dejó como tarea la pregunta “¿Cuál será la próxima hamburguesa?”, me esforcé para preparar algún sabor exótico que lograra impresionar a mis compañeros ingleses con mi ingenio gourmet.

En la siguiente clase, me di cuenta de que no había entendido el verdadero sentido de la pregunta y tal vez de la clase entera. El profesor no quería saber cuál sería la próxima hamburguesa que se pondría de moda, sino más bien cuál sería el último grito de la moda, algo así como la hamburguesa que hace algunos años empezó a considerarse un plato más de la comida gourmet. Tuve suerte de que no me preguntara mi opinión ese día. No quiero ni imaginarme la reacción de mis compañeros si me hubiera lanzado a decir: “salmón con queso crema y pan de patata” o algo así. Después de ese episodio, entraba en pánico cada vez que el profesor llamaba mi nombre y me hacía una pregunta en público.

A pesar de haber estudiado inglés tanto tiempo, no estaba preparada para reaccionar rápido en determinadas situaciones ni para usar las palabras adecuadas para expresarme. Conocer bien la lengua también es esencial para ser capaz de jugar con las palabras, de usar adjetivos más precisos y, como consecuencia, para escribir textos más elegantes e interesantes, atributos necesarios de cualquier trabajo periodístico —especialmente en temas más creativos, como moda y comportamiento—. Yo nunca había visto materias en inglés, por lo que recibir mi primera nota fue extremadamente decepcionante.

Redescubriendo la lengua inglesa

Las conferencias con periodistas de diferentes círculos londinenses y las visitas a talleres y a redacciones de medios como Time Out London, no solo fueron extremadamente interesantes e inspiradores, sino que también me ayudaron a mejorar aún más mi comprensión del idioma. Aprendí a editar textos periodísticos como lo hacen los ingleses, conocí tiendas, ferias y lugares increíbles (como el Columbia Road Flower Market y el Broadway Market) que no solo se convirtieron en mis lugares preferidos en la ciudad, sino también en fuentes de inspiración para mi trabajo.También descubrí y pasé a leer publicaciones independientes sobre moda y lifestyle, como The Gentlewoman, The Travel Almanac, Gourmand, Cereal, Kinfolk, todas revistas con contenidos innovadores y vanguardistas, muy diferente a las revistas comerciales, como Vogue o Marie Claire, por mencionar algunas.

También logré entrenar mi oído viendo la BBC y los programas de Jamie Oliver. En el caso de las bibliotecas londinenses, pasaba gran parte de mi tiempo leyendo libros sobre periodismo de moda que nos recomendaban en la universidad. Observaba a las personas e intentaba identificar las tendencias, principalmente en la Central Saint Martins (otra facultad ligada a la Universidad de las Artes de Londres) una pequeña mina de oro inglesa llena de talentos del sector de la moda, que para mi suerte tiene una biblioteca increíble y alumnos de diseño muy estilosos. Todo esto fue posible gracias a mi intensa interacción social con profesores y colegas.

Lo que no aprendes en un salón de clases

En el segundo periodo logré mejorar significativamente mis notas. En la práctica, ya notaba una diferencia increíble en mi inglés escrito y hablado. Lentamente me di cuenta de que mi vocabulario de moda y estilo de vida era más británico. Entendía todo mucho mejor, me sentía mucho más segura al conversar con los demás estudiantes del curso y me entusiasmaba cada vez más con mis pequeños progresos diarios.

Me di cuenta de que estar rodeada de hablantes nativos, a pesar de que me intimidaba al principio, me estaba trayendo grandes beneficios a la hora de entender y dominar el idioma a largo plazo. La verdad es que ningún curso te prepara mejor para entender el idioma hablado cotidianamente que el contacto con hablantes nativos. Sé que no hay mayor cliché que este, pero en el caso de los idiomas es muy cierto que “la práctica hace al maestro”. Lo más importante es dejar de lado el miedo a equivocarse. Tardé un poco y sé que es difícil, pero lo mejor es relajarse y dejar de preocuparse por tener una gramática perfecta todo el tiempo.

Lecciones que se aprenden de por vida

Logré mejorar mis notas y me sentí aún más orgullosa cuando mi profesor, no muy dado a los elogios, me dijo que estaba impresionado con mi evolución idiomática. Una vez superada esta etapa me llené de fuerzas para presentarme a una maestría. Y logré conseguir un espacio en una de mis revistas de arte preferidas, la Elephant Magazine de Londres, para quien trabajo actualmente cubriendo diferentes ferias de arte internacionales. Hoy puedo decir que escribo en esa lengua que tanto me gusta y que todos mis esfuerzos valieron la pena. Actualmente pongo más atención a detalles pequeños del inglés como, por ejemplo, a la manera de escribir palabras como priorizar y organizar, que en inglés americano se escriben con z (prioritize y organize), pero en inglés británico se escriben con ese: prioritise y organise.

También he aprendido un poco sobre la cortesía inglesa al intercambiar correos electrónicos, ya que les importa mucho. Ahora uso frases como: I’d love to have your thoughts y Would you have time for… para ponerme en contacto con alguien a quien quiero entrevistar. Además, uso Dear y Best wishes para empezar y terminar un correo electrónico. Siempre trato de poner en práctica lo que aprendí y, de la misma forma, trato responder a las preguntas Why now? y What’s next? antes de escribir cualquier texto.

Mi mayor lección ha sido que la paciencia, la curiosidad y la persistencia son clave para el aprendizaje de idiomas. Hoy mi nuevo desafío es el alemán. El método ya lo tengo, luego veremos cómo me va en la práctica.

Un consejo: si vas a Londres y quieres practicar tu inglés, dirígete a Porter House, un pub irlandés increíble en Covent Garden. Pide una pinta de la casa y comienza a conversar con la gente. Después de la segunda pinta ya estarás hablando de manera fluida. 🙂

¡Mejora tu inglés!
La primera lección es gratis
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