Si en una sala llena de hispanoparlantes preguntaras cuál creen que es la palabra más fea del mundo, seguramente obtendrías muchas respuestas diferentes, y al menos una de ellas sería «boñiga». Más allá de nuestra asociación de la palabra «boñiga» con algo que nos repugna, determinar la palabra más fea es sobre todo una cuestión de preferencias personales.
¿Eso es todo? ¿Queda entonces terminado este artículo? No propiamente. Aunque nunca llegaremos a ponernos de acuerdo acerca de la palabra que más odiamos, sí compartimos algunas razones por las que creemos que ciertas palabras son más desagradables que otras. Tal vez esto nos ayude a reducir la lista de términos en nuestra búsqueda de la palabra más fea del mundo.
La palabra más fea: es una cuestión de significado
A menudo, nuestro gusto o disgusto por las palabras nace de las asociaciones positivas o negativas que hacemos con ellas. Por ejemplo, cuando piensas en los nombres que realmente te gustan, es probable que hayas elegido los de personas que admiras o te parecen atractivas o amables. Del mismo modo, puedes odiar ciertos nombres basándote en personas que conoces y que se llaman así.
Las personas suelen sentir asco a causa de una palabra si su significado remite a algo asqueroso o tiene connotaciones asquerosas. Palabras como «moco», «orina», «boñiga», «pus», «vómito», «flema» y «costra» entran en esta categoría porque, si bien algunas de ellas solo tienen un sonido extraño, todas están asociadas con cosas que nos producen asco o consideramos tabú.
Aunque la palabra «húmedo» no parezca formar parte de esta lista, en inglés sí ocasiona repugnancia a los oídos de los angloparlantes. Esto se debe a que asocian el sonido de «moist» con partes del cuerpo o funciones fisiológicas. Un grupo de investigadores de las universidades Oberlin College y Trinity University realizaron un estudio para descubrir qué hay en la palabra «moist» para que despierte tantos escrúpulos en quienes la oyen o dicen. Observaron que aunque la mayoría de las personas pensaban que no les gustaba el sonido de la palabra, en realidad lo que les molestaba eran sus connotaciones. No tuvieron reacciones negativas ante palabras de sonido semejante, como «foist» (endilgar) o «rejoiced» (regocijado), y «moist» les pareció más repugnante aún si estaba acompañada de palabras relacionadas con el sexo o de palabras agradables no relacionadas con la cualidad de «húmedo» (como «paradise», paraíso) que cuando estaba acompañada de palabras relativas a la comida (como «cake», pastel). El estudio también estableció que cuanto más asco le producían a los participantes los fluidos corporales, tanto mayor era la repugnancia que les despertaba la palabra «moist».
Sonidos y sensaciones producidos en la boca
Otro de los factores clave para sugerir la fealdad de un término es cómo suenan o se sienten las palabras cuando las pronunciamos. Tal vez se deba simplemente a una combinación de letras que no escuchamos ni decimos con frecuencia, como «fle» en «flema». O tal vez se trate de la desagradable sensación bucal que tenemos al pronunciar ciertas palabras (a propósito, «bucal» también podría ser una de las candidatas a la palabra más fea), como «rapónchigo», «regurgitar» o «vituperio». Otra palabra que suena bastante feo es «garboso», que, irónicamente, nombra a quien tiene «garbo», es decir, «gracia».
Palabras feas en otros idiomas
Hemos presentado algunas palabras que podrían ganarse el título de la palabra más fea en español, pero ¿qué sucede en otros idiomas? Como es prácticamente imposible cubrir todos los idiomas existentes, aquí te presentamos algunas de las joyas más brillantes:
- Líkþorn — «callo» en islandés
- Streichholzschächtelchen — «cajita de fósforos» en alemán
- Ointment — «ungüento» en inglés (en español no suena mejor)
- Accueil — «acogida» en francés
- Sdrucciolevole — «resbaladizo» en italiano
- липкий (lipkiy) — «pegajoso» en ruso
La belleza, como se suele decir, está en los ojos de quien mira (este artículo te presenta, por ejemplo, una de las palabras más bellas del español). Bueno, también la fealdad depende de la mirada… Es posible que ciertas palabras te parezcan feas debido a lo que asocias con ellas, o simplemente porque te hacen sentir asco cuando las dices en voz alta. Lo único en lo que casi todos podemos estar de acuerdo es que a nadie le gustan las flemas ni la pus ni la boñiga…
Este artículo se publicó originalmente en la edición inglesa de Babbel Magazine.