En Buenos Aires, se me olvida a menudo que estoy a 11 000 kilómetros de Italia. En ocasiones, si estoy inmersa en mis pensamientos mientras paseo por la ciudad, el alboroto, los gestos y la cadencia de la lengua porteña (los habitantes de Buenos Aires se llaman porteños, del puerto) parecen transportarme a Nápoles, mi ciudad natal.
Los latinoamericanos dicen habitualmente que los argentinos hablan como italianos que han aprendido el español muy bien, pero que no han perdido el acento. Y esto es particularmente cierto entre los habitantes de Buenos Aires y los de Montevideo, en Uruguay, quienes hablan con una entonación italiana, usan una gramática muy particular y tienen palabras italianas mezcladas con expresiones españolas.
Todo esto tiene un origen histórico. Desde la década de 1830, inmediatamente después de la declaración argentina de independencia, el número de italianos en Buenos Aires era elevado. En 1869, año del primer censo demográfico nacional, el 10 % de los habitantes de Buenos Aires eran italianos. En 1895, la cifra incrementó hasta el 40 %. “En la mayoría de los casos se trataba de hombres adultos, con una tasa de productividad alta, que trabajaban al aire libre e interactuaban constantemente con otros habitantes”, explica Fernando Devoto, director del Instituto de Investigación de la Universidad Católica de Buenos Aires y experto en historia de la inmigración italiana en Argentina. Devoto concluye: “Es lógico que se produjera una contaminación lingüística entre ambos idiomas”.
En el siglo XX muchos italianos regresaron a Italia y la llegada de inmigrantes disminuyó drásticamente. Mientras tanto, los hijos de los italianos que permanecieron en el país latinoamericano comenzaron a usar el español. Devoto afirma que: “A pesar de que el italiano ya no se habla en la calle, permanece incrustado en la lengua común”.
Por ejemplo, hay palabras que derivan directamente de términos italianos: se dice “birra” en lugar de “cerveza”, “laburar” en lugar de “trabajar”, “nonno” en lugar de “abuelo”, “bochar” en lugar de “reprobar”. En realidad, muchos de los términos son dialectales, porque especialmente en el siglo XIX los inmigrantes no hablaban italiano, sino un dialecto de este idioma. Entre los términos dialectales encontramos pelandrún (vago), que procede del lombardo, o “viejos”, usado para referirse a los progenitores, como la palabra vecchi en Véneto.
También se puede observar una influencia en la gramática. En Argentina se usa “vos” en lugar de “tú“para la segunda persona del singular y deriva del uso del voi, que es la forma de respeto típica del sur de Italia. Otro ejemplo de la coexistencia de ambas lenguas es el término tano, diminutivo de napoletano, que hace referencia al descendiente de un italiano.
El resultado final es aquello que en Argentina se llama lunfardo (palabra que deriva del lombardo), que sería la jerga que los inmigrantes usaban en la calle y cuya huella podemos observar en la lengua coloquial diaria de los argentinos.
Veamos algunos ejemplos:
Camorra
La preparación premeditada de una riña o la forma en que se denomina genéricamente una riña si se premedita. Por ejemplo, se dice “estás buscando camorra”. También se usa como verbo, “camorrear”.
Facha
Esta palabra es la transliteración en español del término italiano faccia (cara). Se usa mucho para hablar del aspecto de una persona. Por ejemplo, la expresión “Qué facha” quiere decir “Qué buen aspecto”. De ella deriva también el adjetivo fachero, referido a personas que se preocupan por tener una buena apariencia o que se acicalan en exceso. Al igual que en italiano, también se usa la expresión facha tosta para referirse a una persona que “no tiene vergüenza”.
Fiaca
Del italiano fiacca (desgana), se usa para expresar falta de ganas, pereza o cansancio. Por ejemplo, se dice que una cosa “te da fiaca” si te aburre o te cansa. También se puede decir “hacer fiaca” con el sentido de descansar.
Gamba
A pesar de que en italiano gamba significa “pierna”, la expresión “hacer la gamba” quiere decir ir en compañía a algún sitio o echar una mano.
Mufa
No tiene nada que ver con la palabra italiana muffa (moho) y su significado está relacionado con la superstición. Se dice para referirse a personas que traen mala suerte y se usa el verbo “mufar”, que significa traer mala suerte.
Pibe o Piba
Procede de la palabra pivello (novato), pero en Argentina habitualmente se usa para decir “chico” o “chica”. Por ejemplo, Diego Armando Maradona era conocido en sus días de gloria como “el pibe de oro”. También se usa en la expresión “estás hecho un pibe”, que significa llevar bien el paso de los años.
Yeta
Otra palabra relacionada con la superstición. Viene del napolitano jettatura (mal de ojo) y se usa para hablar de la mala suerte o de una persona que trae mala suerte.
Yirar
Procede del italiano girare (recorrer). En el pasado se usaba para referirse a las personas que “recorrían” las calles, es decir, que vagaban, pero ahora se emplea para hablar de las prostitutas que trabajan en la calle. Un tango muy famoso del año 1929, que después interpretó Carlos Gardel, se llama Yira Yira y habla del mundo que gira.