Qué hacer en Barcelona en 24 horas

Si quieres aprovechar el tiempo al máximo y disfrutar de los placeres que Barcelona te puede ofrecer en tan solo un día, no te pierdas los siguientes consejos basados en mi experiencia personal.
24 horas en Barcelona

Ilustrado por Victoria Fernandez

¿Tienes un viaje relámpago planeado y no sabes qué hacer en Barcelona? Barna es un destino increíble para pasar un largo fin de semana y empaparse de su cultura, su historia y la mezcolanza de estilos. Hay un rincón para todo y todos encuentran su rincón. Ahora bien, puede ser que, por diferentes circunstancias, solo tengas la oportunidad de pasar 24 horas en la capital de Cataluña, por ejemplo, porque tu destino final sea Lleida, como fue mi caso.

Antes de empezar…

Un día en la vida de cada uno es algo muy particular. Cada persona tiene sus horarios y preferencias. Por eso, antes de compartir cómo fui capaz de enlazar los minutos por las calles de Barcelona, creo conveniente aclarar que alguna de mis sugerencias puede no encajar tan bien con tu visita debido, por ejemplo, a que vayas en otra época del año o simplemente porque no sea de tu interés. Por otro lado, las opciones que describo a continuación tienen cierto carácter atemporal, esto es, algo que yo hice por la mañana se podría hacer por la tarde y viceversa.  

Dicho esto, entendamos las siguientes propuestas como piezas de una obra que cada uno puede combinar para crear la suya propia. Al fin y al cabo cada uno experimenta Barcelona a su manera, ¿no?  

Pasear por Barcelona sin correr

He estado en Barcelona varias veces por trabajo, pero nunca he podido dedicarle a la ciudad mi tiempo, esto es, sin atravesar La Rambla corriendo porque llego tarde a un evento en Plaça Catalunya o pasarme un tercio del día en el metro o cercanías, otro tercio encerrada en algún edificio y el último tercio, claro está, durmiendo. Cuesta creerlo, pero pasaban los años y todavía no había visto la Sagrada Familia ni el Parque Güell. Por fin, tuve la oportunidad de hacer lo que me apeteciera.

Un amigo mío, que vive en Lleida, acababa de tener una hija y fui a conocer a su pequeña. Mi vuelo fue a Barcelona y él me recogía al día siguiente en coche para poner rumbo a Lleida. Así que tenía 24 horas para sacarle todo el jugo a una ciudad que llevaba mucho en mi lista de pendientes.

Lo primero que hice tras comprarme el billete de avión fue reservarme una visita a la Sagrada Familia. La entrada que adquirí fue para las 18:00 horas, por eso permíteme un pequeño salto en la historia para ofrecer una breve explicación de por qué me decanté por visitar la basílica de Gaudí por la tarde.

Las opciones para ver la basílica son muchas, desde su apertura a las 9:00 de la mañana hasta las 18:00, 19:00 o 20:00 horas dependiendo de la época del año. ¿Qué hora es mejor para visitar la Sagrada Familia? Depende de ti. En realidad la pregunta que hay que hacerse es: ¿soy una persona de amaneceres o de atardeceres? O más específica aún: ¿me gustan los tonos cálidos o fríos? Según Gaudí, “el sol es el mejor pintor y la luz cambia según la hora”, de ahí que la Sagrada Familia encierre una melodía de colores siguiendo la trayectoria del sol.

Yo, como persona cálida que soy, decidí ir cuando el sol empieza a bajar y lo recomiendo. La Sagrada Familia está construida de tal manera que las vidrieras se adaptan a la luz. Así, las ubicadas en el lado oeste presentan tonos cálidos que evocan un atardecer en el interior.

Pero no adelantemos acontecimientos.

La Rambla como punto de partida

Mi habitación estaba muy cerca de La Rambla, así que la larga avenida se convirtió en mi punto de partida, de encuentro y de inflexión.

Comencé la mañana disfrutando de un zumo de frutas y algún que otro tentempié en el mercado de La Boquería. Su estructura metálica encierra un sinfín de productos para todas las lenguas, además con el paso del tiempo ha ido incorporando nuevas culturas, como ciudad cosmopolita que es, dejando espacio para manjares árabes, griegos o japoneses.

Desde La Rambla se puede acceder caminando hasta el Barrio Gótico para perderse un rato por sus calles mientras se toman algunas fotografías. Desde allí es fácil entrar a la Barceloneta caminando o tomando un autobús.Teniendo en cuenta que vivo en Berlín y que estábamos a principios de septiembre, no pude dejar escapar la ocasión de tomar un poco el sol en la playa y disfrutar de un delicioso plato de pescado.  

Aquellos que no quieran pasar tiempo en la playa, pueden aprovechar esas horas caminando por el paseo de Gracia y así admirar la increíble arquitectura de sus edificios, sobre todo, de la Casa Batlló (¿sabías que representa la columna vertebral de un dragón?) y la Pedrera, ambos firmados por Gaudí.

En uno de mis viajes a Barcelona por trabajo, mi habitación estaba muy cerca de la zona y pude sacar tiempo para visitar ambos edificios y disfrutar del encanto de la zona. Si en lugar de ir a la Barceloneta optas por este paseo, te recomiendo sustituir el pescado en la playa por unas deliciosas tapas en El Nacional. De todas formas, no creo que encontrar un sitio para comer sea un problema en una ciudad mediterránea como Barcelona.

Barcelona y Gaudí

Como ya adelanté, mi tarde se la dediqué a Gaudí. Tras la playa tomé el transporte urbano que me dejó en el Parque Güell, lugar perfecto para hacer la digestión y tomar un café. Recomiendo, al igual que con la Sagrada Familia, comprar la entrada con antelación y decidirse por una franja horaria.

En mi caso, mi entrada fue para las 15:30 horas y pasé allí unas dos horas con la boca abierta viendo de lo que es capaz la mente privilegiada de Gaudí. Y, finalmente, la barbilla se calló al suelo cuando entré en la Sagrada Familia.

Cada piedra, cada columna, cada pequeño detalle tiene un significado. Por mencionar algo de las infinitas cosas que llaman la atención, aparte de las ya mencionadas vidrieras, escribiré brevemente sobre las dos tortugas ubicadas en la fachada del Nacimiento. A la izquierda una tortuga de mar y a la derecha una de tierra, que simbolizan el emplazamiento de la basílica, con el mar a un lado y las montañas al otro. Para aprender y entender mejor el templo de Antoni Gaudí, recomiendo encarecidamente optar por una audioguía o por un guía privado, si se prefiere. En la página oficial de la Sagrada Familia existen diferentes opciones de compra, yo opté por un ticket llamado “Las mejores Vistas” que engloba la entrada en sí, la visita a una de las torres y una audioguía.  

El Raval de noche

Un día tan completo solo puede terminar con una mesa llena de tapas como guinda del pastel o, mejor dicho, como pimiento del padrón sobre pincho de tortilla. Me decidí a hacerlo en el Raval, barrio que encierra y respira en sus calles gran parte de la esencia de Barcelona con un toque de modernidad.

Extra tip para los atrevidos: tras una jornada así uno cae seguro rendido en la cama, pero para los más atrevidos sugiero una miniescapada a alguno de los bares especializados en absenta que hay por la zona. Yo tuve el placer de visitar uno de los más antiguos y auténticos, el Bar Marsella. Sus paredes y decoración se han mantenido casi intactas a través del tiempo, y sus estanterías conservan botellas de otra época acumulando polvo con lo años. Por sus mesas han pasado Picasso, Gaudí y Ernest Hemingway, hasta Woody Allen no quiso dejar pasar la ocasión de plasmar la atmósfera en su Vicky Cristina Barcelona. Sin duda, un lugar llamativo y excepcional. Aquellos que busquen algo más actualizado pueden optar por Absenta del Raval o Absenta 1893.

Barcelona es una ciudad de ritmo acompasado en la que no se debe correr. Si no es posible ver todo, no te agobies, siempre es bueno dejar alguna excusa para regresar.

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