Ilustraciones de Paula P. Rezende
Considero que hablar italiano, teniendo el español como lengua materna, es un PLACER. Para nosotros hispanohablantes es un idioma muy fácil de aprender, con gramática y palabras muy similares a las nuestras y con una musicalidad que atrae de inmediato al que lo escucha. Es también un idioma romántico, con una cultura musical y cinematográfica muy rica, de la que se puede aprender mucho casi sin esfuerzo. De todas formas, si aún necesitas motivaciones extras, aquí las tienes:
1. La comida italiana
¡Mmmm…! ¡Qué te voy a contar! Si de verdad quieres apreciar cada ingrediente, cada plato, cada tradición y cada tipo de café, es imprescindible que hables italiano. Saber que la salsa no se llama boloñesa sino ragú, que los espaguetis no se comen con cuchara o que el café solo se toma en la barra del bar después de comer son cosas que se aprenden también a través de su lengua.
2. Su gente
A pesar de no ser un idioma muy hablado en el mundo, hay que reconocer que hay muchos italianos que viajan o viven en diferentes partes del planeta. Al tener culturas tan parecidas, la conexión con los amigos de la bota es casi inmediata.
3. Los romanos
No la gente que vive en Roma, no, ¡los romanos del siglo I! Te interese la historia o no, nuestra cultura viene primero de los griegos y luego de los romanos. Visitar ciudades como Roma o Florencia te llevará al momento histórico en el que nuestras culturas tuvieron origen y florecieron. Además, hablar italiano te llevará a entender un poco de latín… ¡El origen de (casi) todo!
4. Es. Muy. Fácil
Reconócelo, aprender italiano, por lo menos entender un poco y decir un par de frases no te llevará más de dos semanas. ¡Para nosotros es MUY fácil!
“Hola, soy Cristina y soy de Madrid. ¿Tú cómo te llamas?” – “Ciao, sono Cristina e
sono di Madrid. Tu come ti chiami?” Apenas hay diferencias… La gramática es parecidísima y el vocabulario también. ¡No tienes excusa!
5. Nuestras culturas son muy parecidas
El humor. La música. El clima. La relación con la familia. La sobremesa. Los programas de televisión. La moda. La forma de conducir. Nuestros acentos marcados al hablar otros idiomas. El amor incondicional por nuestra comida. El odio común por los guiris que vienen a nuestras playas y que no saben comer nuestra comida. El gusto por criticar lo nuestro. El volumen al hablar en sitios públicos… ¿Te has sentido identificado/a?