Entre los propósitos que se enuncian con gran convicción mientras estallan los fuegos artificiales de cada Año Nuevo suelen encontrarse: apuntarse al gimnasio, dejar un vicio o una mala costumbre y… aprender un idioma. Independientemente de las razones que nos hayan llevado a desear esto último, el resultado, lamentablemente, es casi siempre el mismo: nos sentimos llenos de energía los primeros días, pero luego la motivación se va desvaneciendo y ya en la época de los carnavales solo ver los libros de gramática nos pone de mal humor, aunque poco antes los hayamos comprado con gran entusiasmo.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué piensan todos que es tan difícil aprender un idioma y que practicarlo exige demasiado tiempo? ¿Podrá deberse a que tenemos un par de malas costumbres, de las que no somos conscientes y de las que, justamente por ello, no podemos liberarnos? Observemos juntos los errores más habituales y pensemos en cómo podemos evitarlos.
1. Ante todo, mucha calma
Al iniciar la aventura de un nuevo idioma, el entusiasmo no conoce límites. Si bien este ánimo es positivo, también es importante que no confíes mucho en él: tan pronto se disipa el atractivo de lo nuevo, desaparece también el entusiasmo y no sabrás dónde encontrar las ganas de aprender. Por este motivo es importante encauzar esta primera euforia de manera adecuada, para que no se esfume en un solo estallido pirotécnico. Conviene que actúes con calma: controla tu entusiasmo y encárgate de que el aprendizaje del nuevo idioma se convierta en una actividad que llevas a cabo regular y cotidianamente.
¿Qué sucederá de lo contrario? Estudiarás cada día durante la primera semana. Ya la segunda semana dejarás de hacerlo un día porque te sientes muy cansado. A la semana siguiente sucederá lo mismo, y luego otra vez, y así sucesivamente hasta que muy pronto mirarás con frustración la pila de libros amontonadas sobre tu escritorio.
- Nuestro consejo: encauza adecuadamente tu entusiasmo y asegúrate de que estudiar se convierta en una costumbre diaria. Dedicarle diez minutos al día siempre será mejor que hacerlo toda una semana a toda mecha y luego… Nada más.
2. Las ventajas de tener una mala memoria
No, no nos hemos vuelto locos. Nos dirigimos a todos aquellos que creen que aprender de memoria es la clave, a los que se jactan de su memoria fotográfica y a los que recitan obstinadamente sus listas de vocabulario. No nos malinterpretemos: una buena memoria es muy útil, no cabe duda; no debemos olvidar (a propósito de memoria…) que conviene utilizarla y entrenarla correctamente.
Memorizar frases enteras puede ser útil en situaciones concretas claramente definidas (por ejemplo, para recoger el equipaje en el aeropuerto), pero no te servirá de nada si en el desarrollo de una conversación aparecen temas no incluidos en el libro que tan juiciosamente has estudiado.
Aprovecha entonces tu memoria convirtiéndola en tu aliada: aprende frases y palabras por medio de asociaciones o conexiones que te ayuden a recordar. Y si la palabra que necesitas no te viene a la mente a pesar de todos tus esfuerzos, busca una alternativa o di de otra manera lo que quieres decir.
De este modo no solamente entrenarás tus sinapsis, sino que podrás memorizar mejor y de modo más duradero las palabras. ¡Pruébalo!
- Recuerda: tu memoria es tu mejor aliada si sabes utilizarla inteligentemente.
¡No te des por vencido! La primera lección te la invitamos nosotros.
3. Nobody is perfect
Nadie es perfecto… Nosotros agregamos: ¡ni deberías intentar serlo!
Uno de los primeros obstáculos que nos impide avanzar en el camino hacia el “dominio fluido” de un idioma es el absurdo deseo prematuro de tener una pronunciación perfecta y una gramática intachable. Obviamente es algo que puede lograrse con la práctica, pero de ningún modo debe convertirse en la absoluta prioridad si estamos comenzando a aprender un idioma completamente nuevo para nosotros.
Si nos aferramos obstinadamente a una regla gramatical demasiado complicada, y si solamente nos atrevemos a hablar cuando estamos seguros de que no cometeremos ni el más mínimo error de pronunciación, es bastante probable que al cabo de unos cuantos días o, máximo, de un par de semanas, renunciemos completamente frustrados a nuestro proyecto. “Si no lo hago perfectamente, prefiero no hablar; pero si no hablo, nunca podré mejorar, ¡y tendré que renunciar a la esperanza de llegar a hacerlo perfectamente alguna vez!”. ¡Un círculo vicioso!
- Nuestro consejo: ¡haz un esfuerzo, intenta perder el miedo de cometer errores! Pronto podrás constatar los primeros avances que te acercan a tu meta.
4. “Quehacer trabajoso, quita alegría y reposo”
Estamos hablando contigo, con esa persona incansable que no para de estudiar: ¿vas a levantarte por fin o piensas echar raíces en tu silla?
Has estudiado con empeño y constancia; has aprovechado de la mejor manera tu memoria y tus ganas de aprender; te has atrevido a hablar, ya que comprendiste que se aprende de los errores… ¿Y ahora qué? ¡Te mereces una recompensa!
Cuando alguien se propone una meta tan grande como la de aprender un idioma, es importante que de vez en cuando se dé una palmada en el hombro y disfrute sus logros.
¿Has conseguido sostener una conversación por primera vez? ¿Por fin eres capaz de pronunciar aquel sonido tan difícil? ¿Has atravesado la jungla de los pronombres? ¡Entonces ha llegado la hora de celebrar y de hacer algo que te guste! Mira una película, canta una canción con todas tus fuerzas, escucha la radio… ¡todo en el idioma original, por supuesto! Si al estudiar un idioma incluyes actividades que divierten y alegran, tanto mejor podrás aprender y tanto más fácilmente guardarás en la memoria lo aprendido.
- Recuerda: no hay que estudiar a lo loco. Es hora de combinar lo útil con lo agradable para aprender y divertirse a la vez.
5. Tener la meta a la vista
Aprende el arte de tener una meta siempre presente. Alguien podría objetar, naturalmente, que la idea perfecta de la formación consiste en aprender por aprender, es evidente. Ahora bien, si quieres llegar al final del camino, es importante tener claro por qué empezaste a recorrerlo:
- ¿Por qué estás aprendiendo un nuevo idioma?
- ¿Por amor?
- ¿Para obtener un aumento de salario?
- ¿Porque quieres probar fortuna en el extranjero?
- ¿Porque te parecen insoportables las películas dobladas?
Muy bien. Ten presente tu meta, y cada día, después de cualquiera de tus logros –grandes o pequeños–, observa cómo se va reduciendo el trayecto y te acercas cada vez a la cima de la montaña.
- Nuestro consejo: tener una meta a la vista aumenta la motivación. Antes de comenzar, ¡búscate un objetivo!