Como te habrás imaginado, Babbel está lleno de políglotas. Nos cruzamos en los pasillos y me hacen sentir un poco mal. El otro día, estaba haciendo una pausa donde la máquina del café y de repente escuché a dos compañeros, ella alemana y él inglés, hablando en francés quebequés. Nada parecía tener sentido. ¿Por qué no hablan inglés?
Este tipo de comportamiento impresiona pero, desde luego, no es normal. Estamos hablando de gente que dedica sus vidas a dominar varios idiomas: cuando no están trabajando en una empresa de aprendizaje de idiomas, están o bien estudiando para sacar buenas notas en alguna de las filologías, o bien relacionándose con gente de todos lados del mundo, cuando no leyendo libros de gramática por puro placer. Un compromiso así para lograr un objetivo es admirable pero ¿qué pasa con el resto de los mortales? ¿Qué pasa con la gente normal que necesita una buena dosis de cafeína antes de siquiera plantearse el interactuar con otros humanos? ¿Cómo hacemos nosotros para aprender idiomas?
Tuve una idea que quería probar, así que recluté a dos compañeros de trabajo del departamento de marketing, Alberto y Stefano. Alberto es de Cádiz, del sur de España y Stefano del sur de Italia. El reto consistía en aprender todo el francés posible en una sola semana. Esto significaría el adaptar nuestros estudios a nuestro horario laboral, aprovechar para comer con compañeros de trabajo franceses y llenar nuestros chats de palabras y frases en el idioma en cuestión. Después, durante el fin de semana, podremos disfrutar de dos días de aprendizaje intensivo con nuestras profesoras particulares, seguidos luego de una cena y un monólogo en el que podremos demostrar nuestro progreso en el aprendizaje del francés. El plan era haber aprendido una base de gramática y vocabulario para el fin de semana.
Queríamos ser capaces de poder mantener una pequeña conversación para el domingo por la noche. Le pregunté a nuestras profesoras -Marion, Anne y Laure- qué opinaban de este objetivo, aquí está lo que contestó Marion:
“Me gusta la idea de proponerte aprender algo en un período de tiempo restringido y determinado. Creo que eso puede ayudarte a concentrarte y empezar con mucha energía y atención. Hacerlo en una semana laboral es otro tipo de reto. Yo os deseo lo mejor y espero que avancéis bastante, pero tampoco espero un milagro”.
Aquí os dejamos la parte 2 del reto.
Mmm. Bueno, empezamos el reto el lunes por la mañana tan pronto como nos levantamos. Esto es lo que pasó durante la semana, contado con algunos trucos que hemos ido aprendiendo a lo largo del reto para que cualquiera pueda aprender un idioma a la vez que trabaja y sigue con su rutina.
Día 1 – Lunes
Stefano: “El lunes lo dediqué a planear la semana. Cuando dispones de poco tiempo, siempre es tentador empezar a aprender del tirón, pero de esta manera se malgasta demasiado tiempo. Siempre he sido un italiano muy parlanchín y creo que mi mejor forma de aprender es la auditiva. Nunca he aprendido francés, así que decidí que mi primer paso debería ser familiarizarme con sus sonidos, por lo que busqué emisoras de radio francesas para despertarme con este sonido por las mañanas y poder seguir escuchándolas en el trabajo. Me bajé algunos podcasts para acompañar a mi rutina diaria y terminé por elegir los cursos de Babbel que más me interesaba hacer”.
Ed: “Estoy completamente de acuerdo con Stefano: planear es imprescindible. Desgraciadamente, no soy el estudiante más disciplinado del mundo, pero eso sí, estoy muy motivado. Como tal, a menudo no puedo resistir la tentación de empezar a aprender del tirón, como dijo él. De todas formas, pensé en una manera de contrarrestar esa mala costumbre: tengo la manía de mirar mi móvil en cuanto me despierto. Miro Instagram para enterarme de las últimas fotos de amigos y desconocidos, miro los e-mails y me pongo al día en lo que a noticias se refiere. Después de la media hora que me lleva todo esto, me siento por fin suficientemente despierto como para prepararme el desayuno y el café. Me he propuesto alterar mi rutina esta semana, despertándome media hora antes cada día para usar Babbel en mi teléfono de 60 a 90 minutos. He pensado que este pequeño cambio me aportará mucho y no necesito demasiada disciplina para ponerlo en práctica… ¡Perfecto!
Alberto: “Como tengo un perro, cada mañana damos un paseo, así que no tengo el lujo de dedicar 30 minutos extras en la cama. He pensado que podía integrar parte del estudio en mi paseo mañanero, sentado en un banco por veinte minutos para ir completando algunos cursos. Ed se ha centrado mucho en la gramática y en construir frases, así que yo he preferido centrarme en cosas más básicas: saludos, lugares comunes… Y luego ya centrarme en expresiones para determinadas situaciones. Pensé que esto podría servirme en la cena del domingo”.
Después de siete días, podíamos entender mucho de lo que escuchábamos y expresarnos en conversaciones sencillas con otra persona.
Día 2 – Martes
Stefano: “Me desperté con la radio francesa, me preparé para ir al trabajo y me subí a la bici. En el primer podcast aprendí los números, así que para cuando llegué al trabajo había conquistado del 1 al 100. Creo que es importante determinar cómo aprender un nuevo idioma según tus preferencias, pero también según lo que es viable; en este caso fue fácil añadir los podcasts a mi rutina. En el trabajo me siento cerca de una colega francesa, así que empecé a hablar con ella en persona y a través de chat. En seguida aprendí algunas expresiones bastante coloquiales…”.
Ed: “La alarma me despertó a las 7 en punto y alargué el brazo para mirar mi teléfono de forma casi automática. Me llevó unos minutos mirar la pantalla todo soñoliento hasta que fui consciente de estar consciente. Desplacé mi pulgar a lo largo del verbo être (ser) y luego pasé a los verbos modales. Si eres capaz de conjugar poder, deber y querer con algunos verbos básicos en infinitivo, puedes empezar a formar frases ya bastante complicadas. Después de 30 minutos pude empezar a conjugar pouvoir, devoir y vouloir en presente. Con los 30 minutos que me sobraban aprendí unos veinte verbos de uso común. Luego empecé a hacer diálogos conmigo mismo de manera un tanto esquizofrénica:
- Yo 1: Oui, oui, je peux parler français.
- Yo 2: Ah, très bien, je veux apprendre le français aussi.
- Yo 1: C’est bien, mais tu dois beaucoup étudier.
- Yo 2: Oui oui, c’est vrai.
¿Poder hablar en una semana? ¡Bah! ¡Yo podía hablar en una mañana!”.
Día 3 – Miércoles
Alberto: “Tengo que admitir que en este punto lo pasé mal. En el trabajo tuve más estrés del que esperaba y solo tuve tiempo para estudiar francés en mi teléfono antes del trabajo y durante mi pausa en la comida. Después del trabajo al llegar a casa estaba tan cansado que no podía abrir la boca y menos un libro. También me di cuenta de que no podía desconectar del trabajo del todo, así que jugué todas mis cartas al aprendizaje intensivo del fin de semana”.
Ed: “Yo estaba feliz en mi mundo paralelo, convencido de mi victoria del domingo. La única razón por la que no presumía todavía era la mirada asesina de Alberto. Quedé con Anne, mi futura profe, para tomar un café por la tarde. Estaba un poco nervioso -se trataba de mi primera conversación real con alguien que no fuera yo mismo- pero fue bastante bien y me sirvió como motivación. Había estudiado algunas formas verbales y los verbos modales, había memorizado varias palabras y las preposiciones y conjunciones más comunes y empecé a añadir adjetivos para expresar emociones: j’étais très satisfait de mon français”.
Día 4 – Jueves
Stefano: “Ayer una de nuestras queridas compañeras de trabajo hizo su fiesta de despedida. Hicimos una especie de pacto para no quedarnos hasta muy tarde, por desgracia, el pacto duró lo mismo que la primera cerveza. El único que se retiró a tiempo fue Alberto. Ed ha aparecido esta mañana en la oficina con cara de zombi, así que no creo que haya avanzado mucho. Dicho eso, también tengo que admitir que anoche arrinconamos a todos nuestros compis franceses y a eso de medianoche estaba convencido de que hablaba de manera fluida. He aprendido dos cosas: 1) es importante relajarse para hablar (pero tampoco demasiado) y 2) ¡los franceses pueden ser muy pacientes!”.
Día 5 – Viernes
Alberto: “Los últimos días de la semana fueron bastante más relajados, lo cual me dejó más tiempo para aprender y hacer más cursos. Aprendí mucho vocabulario relacionado con la comida para poder usarlo en la cena. Incluso me motivé demasiado, hasta el punto de creerme un experto en los nombres en francés para las especias. Ahora me siento más preparado para el curso intensivo del fin de semana”.
Ed: “El jueves fue un poco impasse para mí, pero hoy ya me he puesto manos a la obra. He ido a comer con una amiga francesa de la universidad para poder poner en práctica lo aprendido -al final mi cerebro estaba tan cocido como la comida…- pero ha sido genial ver lo impresionada que se ha quedado ella. También ha sido un poco raro hablar en francés ya que hace 6 años que nos conocemos y siempre hemos hablado en inglés. Tengo que decir que estas pequeñas vivencias son las que motivan a seguir aprendiendo. ¡A por el finde!”.
Después del trabajo al llegar a casa estaba tan cansado que no podía abrir la boca y menos un libro. También me di cuenta de que no podía desconectar del trabajo del todo.
Día 6 – Sábado
Stefano: “No sé si en este caso la palabra fin de semana es apropiada, ya que se sentía más como el principio de algo. Tuvimos que consolidar todo lo que habíamos aprendido y ponerlo en práctica. Cada uno de nosotros teníamos un aula propia. Si te callabas un momento en seguida podías oír francés con fuertes acentos inglés y español. Revisamos lo que había estudiado con mi profesora Laure, adaptamos la clase a mi estilo de aprendizaje y después todo fueron conversaciones, risas y tarjetas de diferentes colores”.
Alberto: “Cuando entré en la clase me quedé un momento en blanco, como si acabara de empezar a aprender hace un minuto. Marion, mi profesora, había preparado la clase de manera que estudiaría el vocabulario referente a la comida y algunos verbos en presente, pasado y futuro para poder ser capaz de describir lo que íbamos a cenar. Creo que empezar con cosas concretas es mucho más fácil que de manera abstracta, al estilo de Ed”.
Día 7 – Domingo
Ed: “Ayer fue muy divertido. Empezamos a eso de las 11 y fue un alivio saber que no teníamos que organizarnos en torno al horario laboral. Hoy ha sido un poco diferente, ya que ya notamos la presión de la cuenta atrás y los tres sabemos que esta noche haremos un poco el ridículo. Esa última preocupación me la quitó de la cabeza Anne, mi profesora, que me dijo que estaba hablando bastante fluido. Avanzamos hasta el punto de poder expresar mi opinión en francés, cosa que encontré muy interesante. Cuando llegó el momento de la cena estaba más preocupado de que me saliera bien el mousse de chocolate que de hablar bien francés”.
Stefano: “Yo, un italiano, estaba en el supermercado alemán pretendiendo ser francés. Cuando ya teníamos todo lo que necesitábamos nos dirigimos a casa de Ed. Allí ya estaban él y Anne, chapurreando francés y terminando de hacer un mousse. Cuando Laure y yo terminamos la quiche, dedicamos un rato a jugar a un juego de adivinanzas. Fue gracioso ver cómo cada uno de nosotros tenía un enfoque diferente y en consecuencia diferentes ventajas: Alberto se sabía el vocabulario relacionado con la comida y Ed se sabía manejar muy bien con las descripciones. Yo estoy un poco entre ambos y me encanta soltar las expresiones coloquiales cada vez que puedo”.
Alberto: “Cuando nos sentamos a comer, creo que todos nos dimos cuenta de que empezar una conversación no iba a ser tan fácil. En las clases, cuando las conversaciones eran entre dos personas, todo bien, pero intentar meter una frase en una conversación con tres personas nativas era muy difícil. Los tres escuchamos atentos y fingimos entender la mayoría de las cosas. Eso en sí ya era un logro, pero no era lo que esperábamos. Bebimos bastante vino e intercambiamos comentarios y piropos a los cocineros, pero nos quedamos cortos cuando queríamos ir más allá. Quizás la semana que viene”.
Conclusión
Como mencionó Alberto, la cena fue muy divertida, pero fue difícil entablar una conversación. Después de la cena, a cada uno nos tocó hablar del progreso de la semana. Eso nos dio el tiempo y la libertad necesarios para demostrar lo aprendido. Nuestros acentos seguían notándose mucho, pero aún así todos alucinamos al ver cuánto habíamos mejorado. Después de siete días, podíamos entender mucho de lo que escuchábamos y expresarnos en conversaciones sencillas con otra persona. Je suis satisfait.