Las formas alternativas de comunicación existen desde que las personas han tenido que guardar secretos, desde el método de cifrado por sustitución utilizado por los romanos para codificar la inteligencia militar hasta el argot con el que se puede insultar a todas las personas ajenas a él. También existen ciertos códigos tan personales que solo son conocidos por dos personas y se transforman en idiomas secretos para ellas.
En el video anterior, Matthew y Michael Youlden me confesaron con cierta reserva que utilizan un “habla gemela” entre ellos, un idioma secreto que solo ellos dos saben hablar. “No vamos a hablar acerca de este tema, ¿o sí?”, coincidieron en preguntar antes de cambiar de tema rápidamente. Este fenómeno picó mi curiosidad y puso a volar mi imaginación. ¿En qué podía consistir esta lengua secreta hecha en casa? Quizá los superhermanos políglotas no querían hablar acerca de ello, ¡pero yo sí! Así que un colega y yo arrinconamos a Matthew la semana pasada para interrogarlo sobre la materia (de acuerdo, se trataba de un agradable rincón en un restaurante italiano de Kreuzberg, y nuestro “interrogatorio”, aunque estábamos realmente intrigados, no fue sino amigable).
Resultó que no éramos los primeros que intentaban acceder al mundo secreto de este idioma para dos. Matthew y Michael ya habían tenido que rechazar antes a personas que querían infiltrarse en su idioma, como aquel lingüista cuyo deseo desesperado era tomarlo como objeto para escribir su tesis doctoral. Aunque guardar el secreto sigue siendo para ellos la más alta prioridad, Matthew aceptó responder algunas preguntas, sin romper la reserva en cuanto a los mecanismos internos de este idioma.
Criptofasia
El idioma secreto de estos hermanos probablemente no se hubiese desarrollado si no hubiesen sido gemelos. Resulta que el “habla gemela” no es algo inusual. Este fenómeno, también llamado criptofasia (del griego “secreto” y “habla”), consiste en una lengua desarrollada por gemelos en la temprana infancia y hablada por ellos únicamente entre sí. Los idiomas inventados y hablados por muy pocas personas también son conocidos como lenguas autónomas o idioglosia.
La mayoría de las personas jóvenes crea al menos unos pocos códigos y expresiones de jerga para comunicarse secretamente en las narices de los adultos. Puede tratarse de algo tan simple como llamar “la biblioteca” al lugar de encuentro secreto. Puesto que los gemelos pasan tanto tiempo juntos desde que nacen y su desarrollo mental y lingüístico se encuentra tan sintonizado, es especialmente probable que inventen su propio idioma para excluir a todos los demás –a sus padres y a los otros niños por igual–. Se piensa que la criptofasia se presenta en casi un 50 % de los gemelos (tanto idénticos como fraternos).
Un análisis más profundo revela que casi todos los casos de criptofasia consisten en la pronunciación incorrecta de su lengua materna en niños de 1 a 2 años. Si bien se trata de una fase por la que pasa todo niño, debido a que los gemelos se pueden entender entre sí mientras nadie más puede hacerlo, es probable que tiendan a reforzar estos errores mientras que la lengua materna revolotea alrededor de ellos. En casos excepcionales, como el de las hermanas Kennedy en los años 70, un habla gemela puede desarrollarse muy bien, mientras que la fluidez en la lengua materna no lo hace adecuadamente.
Poto y Cabengo
Grace y Virginia Kennedy (o Poto y Cabengo, como se llamaban mutuamente), crecieron en San Diego, California, en los años 70. A la edad de seis años todavía no sabían hablar inglés, pero, en cambio, conversaban en una lengua aparentemente compleja y rica en matices que era incomprensible para todos los demás. En ese momento, sus padres, exasperados, buscaron ayuda profesional. Lo que descubrieron ocasionó una gran sensación en los medios, provocando titulares como “Gemelas inventan un idioma propio”.
Después de estudiar minuciosamente a las gemelas, una historia diferente salió a la luz: eran dos niñas muy aisladas que sufrían la falta de estímulos mentales y de contacto social. Como en su infancia se les había diagnosticado erróneamente discapacidad mental (posteriormente se supo que tenían un coeficiente intelectual normal), nunca las matricularon en la escuela y muy raras veces salían de casa. Pasaron muy poco tiempo con sus padres. Quien las crió la mayor parte del tiempo fue su abuela, pero rara vez les hablaba y solo lo hacía en alemán. Desprovistas como estaban de la atención de los adultos, de la compañía de otros niños de su edad e incluso del conocimiento del mundo exterior, el idioma inventado de Grace y Virginia llenó un gran vacío.
Finalmente, los investigadores llegaron a la conclusión de que esta lengua, en apariencia una construcción ingeniosa, no era más que una mezcolanza de palabras inglesas que carecía de una pronunciación, una sintaxis y una gramática coherentes. Con la ayuda de terapeutas del lenguaje, las niñas finalmente aprendieron a hablar inglés, mas nunca lo suficientemente bien como para alcanzar a otros niños de su edad e integrarse completamente en la sociedad.
Por fortuna, la mayoría de los gemelos se salvan de este trágico destino, ya que están suficientemente expuestos a su lengua materna y así esta puede anteponerse a su habla gemela. Un habla gemela carece de la complejidad necesaria para funcionar en el mundo exterior, de modo que la mayoría de gemelos criptofásicos tiende a abandonar su idioma secreto más o menos a los tres años de edad. Ahora bien ¿puede un habla gemela, una broma privada nacida del balbuceo, crecer más allá del dormitorio infantil hasta convertirse en un idioma realmente funcional?
Umeri
Aquí es donde Matthew y Michael Youlden vuelven a nuestra historia. En vez de abandonar su habla gemela en la temprana infancia (como lo hacen la mayoría de gemelos) o de continuar hablándola en detrimento de su propia lengua materna (como las hermanas Kennedy), Matthew and Michael se entregaron a un nuevo hobby: convertir su criptofasia en una lengua funcional, con diccionario, alfabeto escrito y gramática. “Creo que teníamos seis o siete años cuando comenzamos a tomar conciencia de nuestra lengua y a ‘moldearla’ activamente para darle la forma de un idioma casi normal, estándar”, afirma Matthew. Le dieron el nombre de Umeri a este idioma, y aún siguen elaborándolo.
A pesar de que no están dispuestos a revelar demasiado, Matthew nos aseguró que después de más de veinte años de agregarle elementos y remendarlo, el Umeri ha dejado muy atrás sus orígenes criptofásicos y ha logrado los méritos de un idioma coherente, uno que, en teoría, cualquier persona podría aprender. Siendo los únicos hablantes del Umeri, así como sus únicas autoridades, este idioma se desarrolla a través de la colaboración y el consenso entre ambos. Matthew y Michael crearon un alfabeto completamente original que les permite escribir palabras hechas a partir de fonemas que no existen en inglés o irlandés (sus dos lenguas maternas). Sin embargo, gracias a una reforma reciente consiguieron reconciliar su escritura con el alfabeto latino en la medida indispensable para que sea posible digitar el Umeri.
El proceso para añadir una entrada es sencillo y directo: si uno de los gemelos no puede entender el neologismo introducido por el otro, el término probablemente no será adoptado. También han desarrollado minuciosas reglas gramaticales. Por ejemplo: todos los plurales terminan en “i” e incluso existe un caso genitivo. Es sorprendente que inclusive algunos de sus verbos son irregulares, de lo que puede inferirse que, por alguna razón fundamental, no podemos evitarlos, ni siquiera cuando inventamos nuestro propio idioma.
Cuando comprendí cuánto habían invertido en el Umeri a lo largo de los años, tuve la necesidad de saber si valía la pena mantenerlo en secreto, siendo que esto significaría que el idioma moriría con ellos. ¿Existía la tentación de grabarlo para la posteridad o para heredarlo? ¿Pasadas algunas generaciones, persistirá una pequeña comunidad de hablantes de Umeri, como se mantiene, por ejemplo, la de los hablantes del Boontling al norte de California?
“En realidad es una pena pensar que cuando ya no estemos, también este idioma dejará de existir, lo cual desafortunadamente es un dilema común que enfrentan muchas lenguas y sus hablantes en todo el mundo. Pensamos mucho en todo esto cuando tomamos la decisión de documentar el Umeri. Es decir, por mucho que lo consideremos un idioma “real” y vivo, es solo nuestro idioma y, aunque sería muy divertido transmitirlo, también sentimos que tiene una fecha de caducidad. Cuando nos vayamos, se irá con nosotros. Y cualquiera que lo desee podrá leer acerca de él”.