- Cuando quieres advertir a los turistas británicos que tengan cuidado con el sol y, debido a la falta de entendimiento, al regresar al hotel los encuentras como gambas (con las marcas blancas de las gafas de sol).
- Cuando alguien dice que le gustaría comprar la Sagrada Familia o la Alhambra de Granada.
- Cuando no está bastante claro que en España alguna gente echa la siesta y no está bien tirarse de bomba a la piscina a las tres de la tarde.
- Cuando los turistas alemanes te dicen que tienen kalt y vosotros entendéis que quieren aire acondicionado.
- Cuando tu huésped italiana te pide que la ayudes porque está gravida y le dices que por supuesto, pero que no tiene nada de grave.
- Cuando quieres organizar una excursión, pero no eres capaz de traducir el concepto de “hacer un bocadillo” para la comida.
- Cuando las fotos de la guía turística no son lo suficientemente buenas para distinguir las setas comestibles de las venenosas.
- Cuando un turista holandés te pide información sobre excursiones al campo, no lo entiendes y lo mandas al centro comercial más grande de la provincia.
- Cuando informas sobre el horario del desayuno con la ayuda de gestos y todos se presentan a las 11:30, cuando ya no queda ningún croissant.
- Cuando la señora de Brighton te llama quejándose del ruido de la habitación de al lado y le das otra manta.
- Cuando un cliente te pregunta en alemán si tienes habitaciones libres para sus 50 amigos y le dices que no porque no lo entiendes y pierdes un montón de dinero.
- Cuando descubres que “llaves” es una palabra que no existe en inglés ni alemán.
- Cuando piensas que una señora francesa te está proponiendo algo con el tono melódico de sus palabras y solo quiere saber el horario de apertura de un museo.
- Cuando es necesario dejar las cosas claras y explicar que, si alguien está de fiesta hasta las 5 de la mañana, recibirá la visita de la policía.
- Cuando quieres explicar el concepto de lo que realmente significa “hacer algo mañana”, y te das cuenta de que incluso hablando el mismo idioma es difícil explicar que “mañana” no siempre indica el día después.
- Cuando deseas explicar que el idioma que hablamos en Latinoamérica y España nos permite entendernos y comunicarnos.
- Cuando informas a tus clientes acerca de la hora que deben abandonar la habitación por la mañana y la respuesta “no comprendo” os deja muchas dudas de que la habitación vaya a estar libre antes de las 12.
- Cuando intentas explicar que el piano antiguo que nadie ha tocado durante los últimos 20 años solo forma parte del mobiliario decorativo.
- Cuando debess explicar que NO, en Sevilla no todo el mundo va a trabajar en carros de caballo y solo los turistas los usan.
- Y cuando, a propósito de Sevilla, tus huéspedes te preguntan que si deben salir por la noche llevando trajes de feria.
- Cuando quieres presentar a los huéspedes daneses el clásico patín de pedales que se puede alquilar en la playa.
- Cuando recomiendas a los excursionistas que sigan las señales de largo recorrido en la montaña y ellos se salen de los caminos marcados (y tienes que llamar al servicio de emergencias para que los rescaten).
- Cuando intentas explicar dónde hay un chiringuito para comer en la playa y tus huéspedes se imaginan que les estás proponiendo un baile.
- Cuando intentas explicar cómo se abre la sombrilla y acabas haciendo gestos exagerados frente al mar porque no os podéis comunicar con palabras.
- Cuando alguien te pide que organices una barbacoa, pero quiere comenzar a comer a las 17:00 y no sabes cómo explicarle que esa no es la hora ni siquiera del aperitivo
- Cuando os preguntan por qué no hay chorizo en la paella y os tenéis que morder la lengua porque no podéis explicarlo.
- Cuando la última vez que actualizasteis vuestra página web fue en el 2003 y algunos de los restaurantes recomendados en vuestro sitio cerraron sus puertas hace años.
- Cuando un cliente quiere un cóctel complicado y os explica la receta en danés.
- Cuando te preguntan si el jamón y el beicon son lo mismo.
- Cuando un cliente tiene alguna alergia y os lo explica en ruso (y en la cena su cara adquiere un color morado claro y comienza a toser).
- Cuando intentáis descifrar los salvajes sonidos que los clientes emiten para pronunciar simples palabras en español como “jamón” o “jabón”.
- Cuando debéis explicar que no aceptáis tarjetas de crédito y los clientes que fingen no entenderos, no entienden nada de verdad.
- Cuando es una cuestión de honor explicar que el jamón ibérico y el aceite de oliva son españoles y no los traemos de Italia.
- Cuando tenéis la desafortunada idea de explicar la diferencia entre un cortado, un café con leche y una leche manchada.
- Cuando, por enésima vez, usan cuchillo y tenedor para comer mejillones.
- Cuando esperan huevos, beicon y salchichas para el desayuno y no podéis explicar que eso es lo que se come al mediodía.
- Cuando tomar un café con hielo en una tarde de verano NO es un pecado.
- Cuando os piden vino para comer y se asombran cuando el camarero deja una botella en la mesa que está incluida en el menú del día (¿de verdad?).
- Cuando vuestros clientes quieren paella y realmente os gustaría explicarles que no está en la carta y que en España no solo se come paella.
- Cuando decís que la comida viene “ahora mismo”, pero esta expresión puede implicar una espera de diez minutos.
- Cuando os dicen que conocen la música española y nombran La Macarena.
- Cuando queréis ser supersimpáticos y usáis refranes en español que solo vosotros entendéis.
- Cuando queréis explicar el concepto de las “tapas” y vuestros huéspedes no dejan de preguntar por qué todos los platos son tan pequeños.
- Cuando informáis a vuestros clientes de que pueden usar la pista de frontón y no acaban de entender por qué no hay una red en medio de la pista.
- Cuando os gustaría organizar un workshop de cocina, pero no sabéis cómo escribir workshop y además no estáis seguros de su significado.